agosto 4, 2005

Palabras del Dr. Natalio Wengrower

Buenos Aires, 4 de agosto de 2005

Si el Holocausto representa en la historia de la humanidad uno de sus momentos más infamantes, con el exterminio de seis millones de personas, también es justo reconocer que el heroísmo de aquellos que ofrendaron su vida para impedirlo constituye el reverso luminoso de esa siniestra etapa de la historia mundial. Seguramente la figura de Wallenberg es el ejemplo señero que representa a todos esos héroes conocidos y desconocidos.

Recordarlo en este nuevo aniversario va más allá de una sencilla conmemoración. En momentos en que nuestro planeta conoce una vez más el acre sabor de las guerras y el terrorismo salvaje que asesina indiscriminadamente a inocentes en plena vía pública, hablar de Wallenberg, exaltar su entrega apasionada y sin límites, significa dar un mensaje a las nuevas generaciones. ”Una sola persona decidida a hacer el bien puede hacer la diferencia, aun en las condiciones más adversas”, ha dicho de él Baruj Tenembaum, fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.

La Argentina ha participado activamente de los reconocimientos a esta figura emblemática. En 1998, se levantó en su honor, en la avenida Figueroa Alcorta y Austria, esta estatua, réplica de la que está en Londres.

Wallenberg, de quien hasta hoy se ignora si aún vive -fue arrestado el 17 de enero de 1945, cuando las tropas soviéticas acababan de liberar Budapest, y nunca más volvió a ser visto-, es un héroe sin tumba. Por ese motivo, la Fundación Internacional Raoul Wallenberg iniciará una campaña para solicitar a las autoridades rusas que informen al mundo sobre el destino del diplomático sueco. Cuenta con el apoyo de setenta jefes de Estado y sesenta galardonados con el Premio Nobel.

Recordarlo y recordar los hechos de valentía que protagonizó, armado apenas de su inmunidad diplomática, un débil escudo frente a la impiedad nazi, es restituirlo a la vida en toda su grandeza. Por ello, esperamos que el gobierno de Buenos Aires, así como su Legislatura se hagan cargo de iniciativas que marquen a la ciudad con más símbolos que recuerden no sólo al hombre sino a los valores que corporizó. Entre otras cosas, esperamos que prontamente este breve tramo de la calle Austria pase a llamarse Raoul Wallenberg. Para ello, contamos, y es menester subrayarlo aquí, con el apoyo total de la señora embajadora de Austria en Argentina, Gudrun Graf, a quien agradecemos por su cooperación permanente.

Para finalizar, la Fundación Wallenberg quiere agradecer al señor Ministro de Educación, Daniel Filmus y a la Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, el apoyo brindado a esta organización para llevar a delante nuestro programa educativo ”Wallenberg en la Escuela”. El futuro de la Argentina pasa, antes que por ninguna otra parte, por la educación de la niñez y la juventud.

Muchas gracias.