Fundación Wallenberg se reúne con canciller búlgaro.

En una audiencia especial que tuvo lugar en la Delegación Permanente de Bulgaria ante las Naciones Unidas, el Canciller búlgaro Solomon Passy se reunió con el fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, Baruj Tenembaum.

Durante el encuentro, que se extendió por espacio de cuarenta minutos, Tenembaum y Passy cambiaron impresiones sobre el rol desempeñado por Bulgaria durante la segunda guerra mundial y, en particular, sobre la extraordinaria actitud del pueblo búlgaro y su Rey, Boris III.

Al finalizar la reunión, Tenembaum informó a la prensa la incorporación del Canciller Passy a la membrecía honoraria de la Fundación Raoul Wallenberg.

La actitud del pueblo búlgaro

En su libro ”Eichmann en Jerusalem” Hannah Arendt señala: ”Lo sorprendente del caso búlgaro y su relación con el Holocausto es que en una región en donde el antisemitismo era moneda corriente entre todos los grupos étnicos y se había convertido en política oficial de gobierno mucho antes de que Hitler llegara al poder, los búlgaros no conocían el ”problema judío”. Bajo presión nazi el gobierno búlgaro decidió expulsar a todos los judíos de Sofía a zonas rurales pero, sorprendentemente, la población detuvo las deportaciones manifestando frente al Palacio Real y en las estaciones de trenes.”

Boris III fue asesinado, presumiblemente por agentes de inteligencia alemanes, quienes sospechaban que el monarca protegía a los judíos. Sin embargo, la muerte del rey no impidió que tanto el pueblo como el Parlamento permanecieran claramente del lado de los judíos. Ningún judío búlgaro fue deportado a campos de exterminio a pesar de todas las presiones y, en junio de 1943, Adolf Beckerle, embajador nazi en Sofía escribió resignado a su Cancillería en Berlín: ”Los búlgaros han vivido demasiado tiempo junto a armenios, griegos y gitanos como para poder apreciar el problema judío”.

El caso Peshev

Dimitar Peshev era uno de los muchos políticos búlgaros partidarios de firmar una alianza con el régimen de Adolf Hitler, no tanto porque se sintiera atraído por las políticas del Tercer Reich sino porque estaba convencido de que esa era la forma mediante la cual Bulgaria podría recuperar las regiones perdidas en la guerra de los Balcanes de 1912-13. Por este motivo no dudó en apoyar las leyes raciales contra los judíos pedidas por el nazismo.

Sin embargo, un día Peshev recibió la visita de un viejo amigo judío de su infancia, quien le informó que detrás de las leyes raciales los nazis escondían el secreto propósito de deportar a todos los judíos de Bulgaria a campos de exterminio. Los trenes ya estaban listos en las estaciones esperando la orden de partir hacia Polonia.

La reacción de Peshev, un hombre acostumbrado a las mieles de la vida aristocrática, fue instantánea. Reunió a algunos miembros del Parlamento y, junto a ellos, irrumpió en las oficinas del Ministro del Interior a quien le exigió, con éxito, la revocación de la orden de deportación. Peshev sentía que las vidas de 50.000 personas -la totalidad de los judíos búlgaros- dependían exclusivamente de él.

Peshev continuó militando intensamente por la causa de los judíos y luego, también, de la democracia, cuyos valores descubrió al calor de la lucha contra el nazismo y sus atrocidades. Por su actitud fue despojado de su oficina en el Parlamento y vivió en peligro permanente.

Luego de la guerra activó a favor del alineamiento de Bulgaria con Occidente, y en contra de la inminente entrada de su país en la órbita soviética. Fue llevado a juicio y acusado de anti-soviético, así como de haber salvado a los judíos a cambio de dinero, a pesar de que sus amigos judíos testificaron en el juicio que el cargo era falso. Condenado a muerte, fue salvado por un milagro: a horas de ejecutarse la sentencia su abogado defensor pudo probar que en 1936, cuando era Ministro de Justicia, Peshev había salvado de la muerte a Damian Velchev, condenado por los nazis. Bajo el régimen soviético Velchev conducía el Ministerio de Guerra.

Finalmente fue condenado a quince años de prisión, cumplió sólo uno y vivió el resto de sus días pobre y olvidado por todos, excepto por los judíos búlgaros, quienes desde Israel -luego de una emigración en masa a fines de los años cuarenta- le enviaban dinero y se preocupaban por su pasar. Dimitar Peshev murió en Sofia el 20 de febrero de 1973.

Angelo Giuseppe Roncalli

Las historias del pueblo de Bulgaria y Monseñor Roncalli se entrecruzan, por lo que no pueden dejar de mencionarse las vinculaciones que las unían, en especial teniendo en cuenta el trasfondo de una Europa convulsionada por la guerra en general y por las vicisitudes de la región de los Balcanes en particular. La FIRW ha concluído una extensa investigación sobre el rol cumplido por el futuro Papa Juan XXIII en las acciones de rescate de perseguidos, en su mayoría judíos, durante la segunda guerra mundial.

Roncalli fue Visitador Apostólico en Sofía entre 1925 y 1934. En la capital búlgara hizo excelentes relaciones con la comunidad judía. Al respecto, dice el prestigioso historiador Mordejai Arbel: ”Mi bisuabuelo Samuel Nissimoff era un hombre muy rico. Donó una de sus mansiones a la comunidad judía búlgara. La casa continúa siendo hoy la sede del centro comunitario. Una segunda mansión fue alquilada al delegado apostólico Roncalli. Era vecino de la residencia de los Nissimoff y se hizo amigo íntimo de los hijos de Samuel, Nissim y Albert. Cuando supo que tenían problemas con el latín los ayudó y gracias a ello los muchachos aprobaron sus exámenes.

Cuando Roncalli dejó Bulgaria ya se había convertido en amigo cercano de la familia. Los dos hermanos Nissimoff emigraron a Israel y se quedaron muy sorprendidos cuando Nissim Nissimoff recibió una invitación oficial para la ceremonia de investidura de Roncalli como Papa. Además de la familia Nissimoff, sus amigos en Bulgaria eran en gran parte judíos. La reina Joanna de Bulgaria, esposa del Rey Boris II, era italiana, hija del Rey Victor Manuel. Era muy amiga de monseñor Roncalli al punto que la relación continuó fluída aún cuando éste se estableció en Estambul. La historia dice que Roncalli avisó a la Reina que tenía información acerca de la inminente deportación de los judíos búlgaros a campos de exterminio en Polonia. Entiendo que esto fue registrado en el libro del entonces Jefe de Protocolo de Bulgaria, Gruev, y en una biografía publicada sobre la Reina Joanna”.

El encuentro fue en Nueva York. Bulgaria cooperará con proyectos educativos de la Fundación Wallenberg