Durán y su contemporáneos

Opiniones de sus contemporáneos

Dr. Pío Pandolfo (Casa Cuna):

”Tuvo en la libertad la meta de su inspiración, y la buscó, no para él, sino para sus hermanos, en las fuentes maravillosas e inagotables de la redención, tratando de llevar a los desheredados, a los impedidos, a los humildes, a los sufrientes, a los perseguidos, a los fracasados, el consuelo de la piedad, la fortaleza de la fe, el amor y el perdón (…) Tenía el optimismo fecundo del buen obrero, por eso en todos los transes y en todos los aspectos de su múltiple acción tuvo siempre el esfuerzo generoso”.

Dr. Rodolfo A. Borzone (Médico de Leprosos):

”Con Alfonso Durán se nos va el poeta de la niñez abandonada, de los hijos del prejuicio, y de la inopia del espíritu, ojalá que con él, no se nos vaya también para siempre la substanciación cristiana de una paternidad impar, para los hijos de nadie, que son los hijos de todos (…)”

María Esther Cullen:

”El Padre Durán no se va de nosotros. Sus obras, sus palabras, su santidad, su inteligencia, lo eternizarán en el Santa Fe de todos los tiempos.”

Roberto Biguelin (Poeta y Periodista), extractos de su poema ”In memorian”:

No digo ”Monseñor…” que digo ”Padre”.
”Padre Durán”: un padre para todo.
Padre de la niñez abandonada,
a la que dio una cura, con el torno;
padre, no profesor de sus alumnos,
en el ”Simón de Iriondo”;
padre para poetas y escritores
con el espaldarazo de sus prólogos;
padre para la raza perseguida
viendo hermanos en el prójimo.
Padre que le dio al Padre de la Patria
Octavas reales de sublime tono;
y padre para el padre de la calle,
y padre para todos,
abriendo el corazón como una rosa
que se deshoja el otoño…

Monseñor Miguel Torres Cardona:

”Ilustre, además, por su elevada cultura, por su exquisito don de gentes, por su piedad y por su integridad sacerdotal. Supo unir, como pocos, su alto rango de caballero con la sencillez evangélica. Alternaba igualmente con los sabios y con los simples, con los niños, con los jóvenes y con los adultos. Raro ejemplar de adaptación”.

Dr. Domingo Sabaté Lichtschein (amigo):

”Eras el poeta de Santa Fe, la dulce novia de tus sueños, por tu cariño a esta ciudad, hecho luz y hecho música en tus versos. Porque eras el poeta de los argentinos, tu que a la par de ”La Eneida” y de ”Los Lusitanos”, forjaste la epopeya de ”Los Argentinos”, el canto heroico de una nueva y gloriosa nación.”

Comentario del Diario Santa Fe

Se sabe de él que no es un sacerdote de orden común, que es un cristiano militante, un apóstol de la religión, de la caridad y de la magnanimidad, que predica con el ejemplo.

Independientemente de su misión de consejero de la curia eclesiástica, de director espiritual de varias instituciones religiosas, de catedrático, de literato, de orador elocuente y eficiente, el padre Durán, es un trabajador infatigable para las obras de asistencia social.

En todas ellas se le puede ver en primera fila, con su característica actividad y su energía contagiosa.

Es un espíritu comprensivo, que no vive atado a prejuicios antidiluvianos. Sacerdote pero hombre de corazón, es el tipo de los modernos hombres de iglesia, que sin desdeñar el cultivo del dogma, sin abdicar de su fe profunda y ardiente, viven con el siglo, no se retraen del contacto de las muchedumbres, ni se sustraen del estudio que la vida actual ofrece.

Precisamente por su carácter sacerdotal, el padre Durán y los sacerdotes de su tipo espiritual, saben que la sociedad tiene hipocresías y prejuicios, que son perjudiciales además de injustos. Esos prejuicios, ese miedo de las culpables, al que dirán, al exilio moral, es que a veces arma en brazos de las madres o de los cómplices, para suprimir al fruto del amor culpable. El problema no es nuevo ni es solamente nuestro, es humano y por lo tanto general.

Diario Santa Fe, 25 de junio de 1932.

Necrológica:

”(…) tenía la capacidad, no siempre dada a los hombres buenos, de inspirar simpatías y admiración por la sencillez de su carácter y de sus hábitos, la llaneza con que prodigaba su trato sin distinciones, y esa desprejuiciada irradiación de sus virtudes, que encontrando eco sensible en quienes deseaban el bien y la justicia, a él le traían tal vez el mayor consuelo que pudo encontrar en los altos años de su vida, desaparecida su madre, el más puro amor de su existencia / El Padre Durán como le llamaban con cordialidad quienes conociendo su dignidad de monseñor preferían tratarle con aquel dulce nombre (…) // Estos valores humanos que monseñor Durán poseía, y en él se acrecentaban a medida que transcurrían sus días, le conferían como una juventud espiritual que se traducía en actos y en enseñanzas ejemplares / En este diario colaboró constantemente desde sus comienzos / Nada le era ajeno, ninguna injusticia le dejó indiferente, ningún dolor le fue extraño / Ocurría un hecho importante, un acontecimiento que en alguna medida interesaba a la opinión pública, y monseñor Durán nos enviaba su nota, su artículo, su poema / Recientemente se ocupó de un problema de la colectividad judía, y antes se había interesado por los maestros, o por la memoria de un prócer olvidado / Para mucha gente su palabra o su opinión eran como el breviario, y así, aconsejando templanza, moderación, respeto o alegría de vivir a casados y solteros, a jóvenes y a viejos; consolando a los tristes y angustiados o acompañando a los enfermos, su actividad sacerdotal y humana era constante, apenas interrumpida durante sus breves descansos en Tulumba (…)”

El Litoral, Santa Fe, (6 de Octubre de 1954) ”Mons. Alfonso Durán”.
(Recordatorio por la muerte de Alfonso Durán, publicado el mismo día de su muerte)

Las críticas negativas y sus respuestas

Es evidente que la persona de Monseñor Alfonso Durán fue objeto de críticas e incluso -tal y como lo evidencian sus poseías-, de calumnias. Para todas ellas asume una postura de perdón cristiano y de firmeza en la convicción de que las críticas sólo hacen ratificar lo apropiado de su rumbo.

Extensión de su nombre

Cada libro de Don Alfonso Durán ha despertado sin que nos expliquemos por qué, la crítica malevolente. El poeta ha sentido los arañazos del medio. Como se lo ve transitar por la calle y se lo sabe sacerdote, despierta la hostilidad del género injustificado. Sus críticos de aquella especie, sus críticos de la palabra más o menos apropiada y del verso largo o cojo, no quieren que suba, que ascienda, que trepe sobre las espirales del canto que es amor universal, no quieren que sea poeta. Y, sin embargo, lo es de estirpe genuina. Y aunque les pese y les duela, Durán va ascendiendo, va trepando hacia el azul, extendiendo su nombre como un nombre de gloriosa literatura.

Fuera del terruño, se lo considera como a un alto representante del paisano argentino. Se lo admira, sus obras son comentadas con el elogio que incuba la sinceridad. Su nombre es ya la expresión de un símbolo poético. Y en tal sentido ha sido el objeto de una conferencia dada a unos días en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, por Monseñor Napal, conferencia a la que concurrieron poetas y escritores metropolitanos.

Diario Santa Fe, 1927.

Una de las muchas respuestas del Padre Durán a las versiones calumniosas sobre sus actitudes y palabras.

Flor de mi culpa

Me llamaron rebelde y comunista;
Señor, ¿en qué he pecado?…
¿Quizás en perdonar al miserable,
quizás en bendecir al desgraciado?
Me llamaron rebelde y comunista;
yo no entiendo por qué, Jesús bendito;
¿Fue acaso por cumplir con tu evangelio,
porque tu amor a todos llevo escrito?…

He aprendido de Ti, Jesús de mi alma,
a defender al triste, al que ha caído,
al que hambre tiene de tu luz divina
o de pan, o de amor, o de vestido.

He aprendido de Ti, Jesús de mi alma,
a pregonar que todos son hermanos;
he aprendido a tener misericordia,
a compartir el pan con publicanos.

¿Es pecado que yo haga lo que hiciste?…
Oh, si en mis ojos es la única arista,
yo perdono las vigas en los suyos,
Oh Jesús, que me llamen comunista.

Cabe aquí consignar cómo se ve a sí mismo, la propia opinión de Durán sobre cómo él se ve introspectivamente, en toda su interioridad, a través del poema ”Yo me conozco”.

Yo me conozco

Yo me conozco, mi alma es transparente;
yo me conozco, mi alma es de ternura;
el ver sufrir es mi única amargura,
y bebo el agua de mi propia fuente.

Yo me conozco tan exactamente,
que retratar pudiera mi figura;
amo el sol, más también la sombra oscura,
porque no tiene sol, precisamente.

Amo todo, hago el bien, y no me arredra
ni la calumnia cuya faz cobarde
pretende que torzamos el camino.

¿Que alguno contra mi tira su piedra?
Es ley, y hasta del golpe hago mi alarde
y dueño vivo así de mi destino.