En medio de la persecución nazi una puerta abierta a la salvación. Fue la del Instituto Salesiano Pío XI de Roma el que entre 1943 y 1944 escondió un total de setenta muchachos judíos. La película documental «El escudo del otro», interpretada por estudiantes y profesores de hoy, relata estos acontecimientos.
Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano
Hubo quienes ante la abominación de las leyes raciales decidieron escuchar a su propia conciencia. Después del 5 de septiembre de 1938 en Italia la obligación legal era denunciar a los judíos. Los Salesianos del Instituto Pío XI desobedecieron: prefirieron no anteponer nada a la persona. Esta es la poco conocida historia de los 70 muchachos judíos escondidos varias veces entre 1943 y 1944 dentro de los muros del Instituto Romano Pío XI.
El escudo del otro
Los acontecimientos que tuvieron lugar durante la persecución nazi se narran en la película documental «El escudo del otro». Los alumnos y profesores que actúan hoy son los que asisten a la escuela, declarada en 2019 por la Fundación Internacional «Raoul Wallenberg» «Casa de la vida». Estos jóvenes del 2020 se identificaron con sus compañeros de hace setenta y cinco años, interpretando los hechos relatados en el libro «No hemos hecho nada más que nuestro deber», escrito por el sacerdote salesiano Francesco Motto. «Durante los nueve meses de ocupación alemana en Roma – nos dice el religioso – setenta muchachos encontraron refugio en nuestro instituto en la Piazza Maria Ausiliatrice. Hace unos veinte años conseguimos localizar a muchos de ellos, que desgraciadamente hoy están todos muertos. Las entrevistas que recogimos en 1994 constituyen la base para la realización de esta producción. Es un producto escolar, no profesional, pero de excelente nivel. Los chicos se han identificado con sus compañeros de 75 años atrás».
Como todos los demás
La película cuenta una historia de coraje y testimonio cristiano. «El entonces director de la escuela, el padre Francesco Antonioli, anunció a los alumnos la llegada de nuevos muchachos, pidiéndoles que no hicieran preguntas, sino que los acogieran como a todos los demás. Para permanecer ocultos tuvieron que identificarse en la vida de un colegio católico, participando en todas las actividades del instituto, incluyendo las religiosas. Iban a la iglesia, participaban en la misa, aprendieron las oraciones. Obviamente no recibieron los sacramentos. Después de sesenta años – continúa el padre Francesco Motto – todavía recordaban los cantos salesianos».
Un riesgo muy alto
Escudar a los chicos judíos para los Salesianos fue un gran riesgo. «En la película -explica Motto- hay una escena ficticia en la que un fascista parece sospechar la presencia de chicos judíos dentro del instituto, pero en realidad nunca hubo ningún control. Por supuesto que había mucho miedo: en más de una ocasión los más grandes se escondieron dentro de la cavidad de la cúpula de la iglesia por miedo a los controles alemanes, lo que en realidad nunca ocurrió. El verdadero problema era alimentar a todos. Sólo los católicos tenían las tarjetas, no los judíos».
«Sólo cumplimos con nuestro deber»
Además, no todos los padres salesianos sabían de la presencia de los muchachos judíos: «La hospitalidad fue decidida por el padre Antonioli y el ecónomo, el p. Armando Alessandrini», ambos reconocidos por el Yad Vashem como «Justos entre las Naciones». Los demás no fueron informados oficialmente. Nadie hizo preguntas, pero años más tarde algunos salesianos admitieron haber intuido la filiación religiosa de esos muchachos». «No hicimos nada más que nuestro deber». Esa fue la respuesta que dio el padre Armando al rabino André Zaoui, capitán del contingente francés que seguía a los aliados, quien le pidió explicaciones sobre el alto riesgo que había asumido. El mismo Zaoui lo informó en una carta escrita a Pío XII para agradecerle lo que había hecho en favor de los judíos, en particular por la hospitalidad «ofrecida a setenta muchachos judíos por un colegio religioso».
Acogida, a costa de la vida
«Encontramos esa carta», añade el p. Francesco Motto, señalando el ejemplo de acogida que en nuestros días ofrece este asunto: los chicos judíos necesitaban ser defendidos y los Salesianos los acogieron. A costa de sus vidas. A los delatores se les ofrecían recompensas en dinero, pero nadie traicionó o denunció a esos muchachos. «El film documental, realizado por Senape Production, estará pronto disponible en Internet.