diciembre 17, 2010

Despouy recibió la máxima condecoración de Armenia

El 13 de diciembre de 2010 el presidente de Armenia, Serge Sarkisian, entregó a Leandro Despouy, actual presidente de la Auditoría General de la Nación, la máxima condecoración de su país por sus significativos aportes al reconocimiento internacional del Genocidio de los armenios. En 1985, Despouy tuvo una intervención decisiva en los intensos debates  que culminaron con dicho reconocimiento  en el seno de las Naciones Unidas. Entonces se desempeñaba como experto de la Subcomisión de Derechos Humanos y como embajador del presidente Alfonsín, cuyo apoyo a los armenios fue categórico.

Despouy cuenta con una larga trayectoria como diplomático y especialista en derechos humanos. En 2001 presidió la Comisión de Derechos Humanos –hoy Consejo– de las Naciones Unidas, y fueron los logros de 1985 los que suscitaron la consideración permanente de la República y la Diáspora armenias. Ambas sostienen una batalla diplomática de casi un siglo con Turquía, que hasta el presente se niega a reconocer el Genocidio de un millón y medio de armenios perpetrado entre 1915 y 1923.

En sus palabras de agradecimiento destacó el impacto de la lucha de los armenios en el desarrollo y consagración jurídica de los derechos humanos, en particular del derecho de los pueblos a la memoria y a la verdad como un derecho inalienable, irrenunciable y vinculante para los Estados. El jurista argentino alertó sobre el renacimiento de los genocidios, recordó los perpetrados, entre otros, en Ruanda-Burundí, ex. Yugolasvia, República Democrática de Congo y subrayó la importancia de que los Estados desarrollen estrategias que conduzcan a una resolución pacífica de los conflictos. Se refirió a la situación en Nagorno Karabagh y a los riesgos y amenazas que vive actualmente su población armenia. Dijo, además, que el reconocimiento del Genocidio de los armenios, desde la presidencia de Raúl Alfonsín es una política de Estado en la República Argentina.

Antecedentes del Genocidio de los armenios y de su reconocimiento

Entre 1915 y 1923 el Imperio Otomano (1299-1922) y la República de Turquía perpetraron un genocidio contra la población armenia. Este hecho fue cometido ante la mirada tolerante de algunas potencias europeas, por entonces en estado de guerra (1914-1918). La mayoría de la población sobreviviente abandonó Turquía y se refugió en distintos países constituyendo una cuantiosa diáspora (Spiurk, en armenio).

Desde entonces, fracasaron todas las iniciativas de enjuiciamiento de los culpables y la República de Turquía se niega hasta hoy a reconocer los hechos cometidos como “genocidio”.

En 1985, la Subcomisión de las Naciones Unidas para la Prevención de Discriminaciones y Protección de las Minorías (hoy Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos), fue el órgano de expertos que aprobó el Informe del célebre especialista inglés Benjamín Whitaker, que consagra el reconocimiento internacional del Genocidio de los armenios. Esto fue posible luego de largas y tensas sesiones –una verdadera batalla de dos años– en las que la diplomacia turca hizo innúmeras  gestiones para evitar el reconocimiento.

El detalle del largo debate está relatado en un capítulo del libro El derrumbe del negacionismo. Leandro Despouy, el Informe Whitaker y el aporte argentino al reconocimiento internacional del Genocidio de los armenios, editado por Planeta en 2009, en Buenos Aires[1].

Entonces, Despouy integraba la Subcomisión de Derechos Humanos de la ONU en su calidad de experto y contaba con un ganado prestigio. Al mismo tiempo, como embajador de la Cancillería argentina, encabezó la delegación diplomática a la Comisión de Derechos Humanos, organismo intergubernamental y de gran peso en la opinión pública internacional. Esta doble circunstancia le permitió actuar simultáneamente en ambas instancias (Comisión y Subcomisión) y desbaratar la estrategia diplomática turca que, en forma arbitraria, empujaba a la Comisión a desaprobar las decisiones de la Subcomisión.

La diplomacia de Turquía, que durante la dictadura había estrechado sus lazos con algunos sectores de la diplomacia argentina, presionó para que el Gobierno argentino invalidara las gestiones de Despouy y ese sector de la Cancillería tomó distancia de él  y dijo que no la representaba, pues que actuaba como experto. Sin embargo, el apoyo de Alfonsín a Despouy zanjó la cuestión al nombrarlo embajador de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores y, en tal carácter, Despouy encabezó la misión diplomática en Ginebra que defendió el reconocimiento del Genocidio.

Despouy es el único caso en la historia de la ONU de una persona que presidió ambos organismos: la Comisión y la Subcomisión de Derechos Humanos.

Otros reconocimientos del Genocidio de los armenios

El Genocidio de los armenios fue reconocido en 1965 por el Congreso uruguayo; en 1985 por las Naciones Unidas, entre 1985 y 1986 por dos presidentes (Raúl Alfonsín y François Mitterrand)  y con posterioridad a estos años decenas de países, parlamentos nacionales y regionales, distinguiéndose la resolución del Parlamento Europeo (18/6/1987) que condiciona el ingreso de Turquía a la Unión Europea, al reconocimiento del Genocidio.

Todas estas circunstancias fueron acompañadas por distintos sectores de la Diáspora armenia que, a partir de 1965, emergió de lo que llamó “el gran silencio” y se constituyó como una fuerza política muy eficaz para impulsar las estrategias de reconocimiento en todo el mundo en la que el rol fundamental –inicial– lo tuvo la tercera generación de refugiados. El proceso se completa con la “segunda independencia de Armenia” y la guerra de liberación de Nagorno Karabagh, cuando se desintegra la Unión Soviética.

En 1991, 99,3% de los armenios votaron en un referéndum en favor de la separación de la URSS. El Soviet (parlamento) de Armenia se independizó y ese año Levon Ter-Petrosian fue electo presidente con el 83% de los votos. De esta manera, Armenia alcanzó su segunda independencia. En diciembre de 1991, Armenia se integró a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y, en 1992, fue admitida en la ONU. En octubre de 1991, la región de Nagorno-Karabagh, cuya población es mayoritariamente armenia, también proclamó su independencia, con el 99% del electorado a favor de la separación de Azerbaijan, proclamándose desde entonces como región Autónoma.

Negacionismo turco

El negacionismo turco se ha ido resquebrajando como política y sus manifestaciones al interior del Turquía han producido impactos serios como son los procesos a centenares de intelectuales turcos –en virtud del artículo 301 del Código Penal se prohibe la mención del sintagma “Genocidio de los armenios”– . Uno de ellos es el premio Nobel de literatura Orham Pamuk. Otro hecho que tuvo enorme repercusión internacional fue el asesinato del periodista turco de origen armenio Hrant Dink, en enero de 2007.

Un reciente ejemplo de fracaso de política negacionista es el intento de establecer relaciones entre Armenia y Turquía a partir de protocolos de entendimiento que aunque eran “sin condiciones previas”, Turquía vinculó su aprobación a resultados en el caso de Karabagh y al establecimiento de una comisión de historiadores para determinar si las matanzas de 1915-1923 configuraban genocidio. La Diáspora impulsó una movilización en el todo el mundo y finalmente el presidente Sarkisian suspendió el proceso de ratificación en abril de 2010.

En el plano local, puede recordarse el intento de la embajada de Turquía, en 2010, de emplazar un busto de Mustafá Kemal en Palermo. Las gestiones de la Diáspora impidieron que ello se concretara y decidieron que el primer ministro turco cancelara su viaje a la Argentina.

Estos breves apuntes, permiten visualizar la importancia y actualidad  que tiene el reconocimiento del Genocidio de los armenios y en ese contexto se inscribe el agradecimiento de Armenia a la tarea de Despouy.
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[1] Ïndice: Prólogo, Pedro Mouratián; “Genocidios del siglo XX que se proyectan en este nuevo siglo” de Fabián Bosoer; “Contra el ‘Gran Silencio’. La lucha internacional por el reconocimiento del Genocidio”, de Khatchik DerGhougassian; “Trayectoria del jurista argentino que llegó a Ginebra” de Fabián Bosoer y Florencia Teruzzi; “Las lecciones de la Historia. Por una coalición de los vulnerables” de Juan Gabriel Tokatlian; “Orígenes, virtudes y peripecias del derecho a la verdad”, de Leandro Despouy