abril 18, 2010

¿Era Raoul Wallenberg el ”prisionero Nº 7”?

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Cuando establecí la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, mi difunto amigo Tom Lantos, único sobreviviente del Holocausto miembro del Congreso de los Estados Unidos, me dijo que su sueño era ver a su salvador, Raoul Wallenberg, volviendo a su casa.

Tom falleció en 2008, sin poder alcanzar su meta. Sin embargo, su legado vive conmigo y con todos mis colegas, personal y voluntarios, que trabajan día y noche en la Fundación Wallenberg para documentar e investigar el legado de Raoul Wallenberg y de otros salvadores de las víctimas de la Shoá.

Las revelaciones recientes sobre el destino de Raoul Wallenberg podrían acercarnos un poco más a lograr la misión incumplida de Tom, que es compartida por los familiares con vida de Raoul y por millones de personas en todo el mundo.

Raoul Wallenberg era uno de los más grandes héroes de la humanidad. Como hombre joven con un brillante futuro, podría haber elegido un camino diferente y más conveniente. En cambio, se lanzó a una peligrosa misión en tiempos de guerra en Hungría y en cuestión de meses, frente a las amenazas diarias de muerte de los nazis, logró salvar a decenas de miles de judíos húngaros del exterminio.

Después de su impresionante hazaña, el 17 de enero de 1945, fue secuestrado por los soviéticos, junto con su chofer, Vilmos Langfelder. Desde entonces nada se sabe ni del paradero ni del destino de ambos.

Hasta hace unos días la versión oficial soviética y la de sus sucesores de Rusia, ha sido tercamente coherente y manifiestamente infundada, en el sentido de que Wallenberg había sido ejecutado el 17 de julio de 1947, en la prisión de Lubianka. Ahora, en una carta dirigida a uno de nuestros miembros, la prestigiosa investigadora Susanne Berger, así como al Dr. Vadim Birstein, el FSB (el servicio secreto ruso, antes conocido como KGB) se reconoce que lo ”más probable” es que Wallenberg haya sido el ”Prisionero n º 7”, sometido a un interrogatorio a fondo el 23 de julio de 1947, seis días después de su presunta ejecución.

Ya en 2006, el entonces jefe adjunto de la embajada rusa en Washington, el Sr. Darchiev, escribió a nuestra Fundación que: ”la responsabilidad de la muerte del Sr. Wallenberg recae en los dirigentes de la URSS de ese momento y en Stalin en persona. Ninguna otra autoridad podría haber hecho frente a un diplomático sueco, representante de un Estado neutral, un miembro de la ”Familia Wallenberg”, bien conocida tanto en el extranjero y como por el gobierno soviético ”.

Sin duda, todos los hechos parecen apoyar esta afirmación. Dado que el gobierno stalinista fue implacable, pero bien organizado, es muy poco probable que un prisionero de alto perfil como Raoul Wallenberg pueda haber sido ejecutado sin dejar una montaña de documentos oficiales.

En 1976 fui secuestrado por una banda de paramilitares protegidos por el Estado argentino. Estas personas siniestras me acusaron de ”infectar la Iglesia Católica con el virus del judaísmo”, como he dedicado toda mi vida para fomentar el diálogo interreligioso. Gracias a mi esposa Perla y a mi querido amigo, el fallecido sacerdote católico, Padre Horacio Moreno, pude sobrevivir y contar la historia.

Mi pesadilla terminó en cuestión de días, pero tuve la oportunidad de probar la impotencia de estar en cautiverio y sentir el temor de ser olvidado.

Sólo puedo imaginar lo que Raoul ha sintió durante todos esos años (¿cuántos?) en su confinamiento.

Como judío y como ser humano que aprecia los valores de la solidaridad cívica, me comprometí con Tom y conmigo mismo a no renunciar a la lucha para que Raoul vuelva a su casa.

El 12 de abril el Estado de Israel y el pueblo judío conmemorarán el Día del Recuerdo de los Héroes y Mártires del Holocausto. Es una buena ocasión para unir fuerzas e instar al Presidente Dimtry Medvedev y al primer ministro, Vladimir Putin, a que permitan el acceso sin restricciones a los archivos del FSB y así poner un punto final a esta historia trágica.

Se debe permitir que Raoul Wallenberg pueda reunirse con su familia. Si él ya no está vivo, merece ser un héroe con tumba.

Baruj Tenembaum
Fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg