julio 19, 2007

Otto R. Romberg

P: ¿Cuál es su nombre?
R: Mi nombre es Otto Robus, nací el 16-12-1932, en Budapest; cambié mi nombre, o mejor dicho, elegí un seudónimo ya que trabajo como periodista y, cuando lo deletreaba, resultaba dificultoso entender mi nombre para los demás. Por lo tanto, elegí el nombre Romberg que es mucho más fácil de entender. ”Rom” como la ciudad eterna y ”Berg”, que es entendible para todos.

P: ¿Y dónde creció?
R: Crecí en Budapest.

P: ¿Con quién vivía? ¿Padres? ¿Hermanos?
R: Era único hijo. Vivía con mis padres.

P: ¿Usted creció dentro de una comunidad judía?
R: No, nosotros no éramos religiosos. Yo fui a una escuela primaria laica, después de eso, fui a una escuela secundaria. Yo fui a la secundaria -suena extraño por los primeros Jesuiten (Jesuitas) -, y hasta 1944 estuve en una escuela de pupilos.

P: ¿Eso quiere decir que, dentro de su familia, usted no tuvo una crianza religiosa?
R: ¡No, para nada!

P: ¿Cuándo fue la primera vez que notó signos de antisemitismo?
R: Fue en la escuela. Esa fue la primera vez, cuando comenzaron a molestarnos. Mi padre me enseñó que debía decirles tres veces que el mismo Jesucristo era judío. Y que si eso no los detenía, entonces debía comenzar a golpearlos.

P: ¿Cómo fue la primera vez que escuchó acerca de lo que le estaba ocurriendo al pueblo judío?
R: Fue en marzo de 1944, luego de la invasión alemana. Yo estaba en la escuela de pupilos en Estergon. Mi padre me recogió de la escuela de pupilos y, en el camino de regreso, me contó lo que podría ocurrir con nosotros y con la comunidad judía en Hungría.

P: ¿Qué pensó, sintió y cómo reaccionó?
R: Me afectó muchísimo. Yo tenía 12 años. Siempre supe que a nosotros, el pueblo judío, no nos querían y que fuimos marginados por cientos de años a través del antisemitismo, el racismo. De todas formas, esto me causó un profundo dolor.

P: ¿Qué cambios experimentó?
R: En principio, no muchos, ya que mi padre, durante la Primera Guerra Mundial, se desempeñó como soldado de alto rango y, las leyes -las leyes judías- no regirían sobre nosotros hasta el 1º de julio de 1944. Entonces llegaron los cambios el 1º de julio de 1944, Eichmann ya no toleraría las excepciones para aquellos grupos de judíos que habían peleado con valor y heroísmo por su patria.

P: ¿Qué ocurrió con su familia durante la guerra?
R: Nosotros, mi madre y yo, tuvimos que ir a una casa para judíos. Mi padre tuvo que integrar la fuerza de trabajo. Debo agregar que mi padre, en 1941, fue convocado para trabajar como oficial de reserva para recuperar las áreas húngaras que habían sido separadas a partir del Tratado de Paz de Trianon. Se desempeñó como soldado durante la invasión de los nazis y el 1º de julio un oficial primero se acercó a él, le arrancó su insignia de rango y le dijo: ”maldito judío, tú debes ir al campo de concentración”. Ése fue el reconocimiento a su patriotismo húngaro.

P: Sólo para estar seguros, ¿qué fue exactamente lo que ocurrió entonces con su padre?
R: Nosotros no sabemos. Ya que él tuvo que ir a cierto lugar para registrarse para trabajar. Mi madre y yo permanecimos en la casa para judíos.

P: ¿Puede explicar qué es una casa para judíos exactamente?
R: Una casa para judíos es una casa donde había muchos judíos todos juntos. De a poco, también inquilinos no judíos fueron mudados a aquellos departamentos, luego de que los judíos se fueron. En estas casas debías usar la estrella judía y cada departamento se compartía entre tres o cuatro familias. Todo esto ocurrió muy de repente, por eso muchos judíos vivían el área de los guetos que se estableció luego alrededor de las casas para judíos.

P: ¿Nunca más volvió a saber de su padre?
R: Nunca más. Nosotros lo vimos en julio o agosto, que fue cuando supimos acerca de Wallenberg, que él podría ayudarnos y que tenía Schutzpasse (pasaportes de protección) y entonces fuimos a Buda. No recuerdo el nombre de la calle, creo que era Pickelstreet, si la memoria no me falla, pero no estoy seguro. Allí esperamos en una fila por días, para luego obtener aquellos Schutzpasse, mi madre y yo, y una vez con los Schutzpasse, nos mudamos a una Schutzhaus (casa protegida). También eso fue muy duro, ya que en un departamento de 100 metros cuadrados, con tres habitaciones, había 50 personas o más, y el baño o el tocador era un horror. Sin embargo, desafortunadamente, esto tampoco duró por mucho tiempo porque el 15 de octubre el Pfeilkreuzler asumió el poder y se dejó de aceptar los Schutzpasse; querían deportarnos y obligarnos a irnos al Ziegelfabrik, que está a aproximadamente entre 20 y 25 kilómetros de Budapest, Pilisvörösvár o como se llame ahora. Allí nos separaron por edades y nos metieron en vagones. Justo un segundo antes de que el tren partiera, Wallenberg apareció y gritó, dentro de cada vagón, que quien tuviera Schutzpasse podía inmediatamente bajarse del tren. Luego otra vez subió al vagón, cuando ya mi madre había bajado, y gritó otra vez que sólo muestren cualquier cosa, porque estos gendarmes eran todos analfabetos, él hablaba alemán, y ellos no podían leer. Dijo que solamente muestren cualquier tipo de documento o papel, no importaba qué, ¡que sólo bajen! Y luego de este Ziegelfabrik y este transporte nos llevaron de regreso a Budapest y luego todos, otra vez al gueto. Pero esto fue en octubre, luego del 15 de octubre, cerca de fines de octubre. Y en esta caminata de regreso al gueto, de repente mi padre apareció. No sabemos de dónde, ni cómo supo que nosotros marchábamos de regreso al gueto. Entonces, cuando llegamos al gueto, Klausál tér lo llamaban, encontramos grandes cajas y fuimos obligados a deshacernos de todo lo que poseíamos: relojes, anillos, ¡todas nuestras pertenencias! Luego fuimos a una casa diferente, y allí otra vez nos preguntaron nuestras edades. Y mi padre tenía 46 años, y dijeron que si él hubiera tenido 48 le hubieran permitido quedarse con nosotros. Pero mi padre era muy preussisch (prusiano) en ese sentido, y temía por los perjuicios que provocaría- incluso a nosotros- si les mentía acerca de su edad. Él dijo que tenía la edad para partir, y ellos lo deportaron otra vez o lo mandaron a algún lugar, no permaneció en el gueto y a nosotros nos dividieron en casa diferentes otra vez.

P: ¿Fue ésa la última vez que supo de su padre?
R: No, mi padre nos envió una postal el 6 de diciembre, la cual probablemente haya sido arrojada desde un tren ya que, cuando la recibimos, estaba en muy malas condiciones. En la postal nos contaba que los forzaban a marchar lentamente hacia el oeste. Y ése fue el último mensaje que recibimos de él. La tarjeta es del 6 de diciembre, nosotros la recibimos aproximadamente a fines de diciembre.

P: Y fue ésa la primera vez que usted supo acerca de Raoul Wallenberg, cuando él estaba gritando en los vagones?
R: No, no, él no dio los Schutzpasse. No estoy cien por ciento seguro de que él estuviera allí, pero de acuerdo a las fotografías que veo ahora, probablemente él fue una de las personas que nos dieron los Schutzpasse, pero yo tenía 12 años, no puedo asegurar que ése era Wallenberg, pero, según lo que recuerdo, creo que sí.

P: ¿Puede contarnos en detalle de quién recibieron los Schutzpasse ? ¿En dónde se obtenían, y si ustedes debieron hacer fila allí, en algún lugar, o?
R: Debíamos esperar y luego nos hacían pasar a una oficina.

P: ¿Dónde exactamente?
R: Sí, eso fue en Buda.

P: ¿En una oficina en donde ustedes sabían que allí serían ayudados?
R: Era una oficina, una oficina muy grande, en donde había mucha gente, todos muy ocupados. Y había una mujer que le preguntaba a mi madre su nombre y el mío y otros datos personales, como lugar de nacimiento, fecha de nacimiento, etc. Allí, recibimos el Schutzpass. Luego, al final cuando recibimos el Schutzpass, había dos o tres caballeros que nos dieron la mano y nos desearon buena suerte. Así fue como ocurrió.

P: ¿Y eso fue probablemente unos meses antes de que usted terminara en este transporte?
R: Eso fue durante el mes de agosto, hacia fines de agosto o a principios de septiembre. No puedo determinarlo con exactitud.

P: ¿Cómo se enteraron de que allí podían obtener el Schutzpass? ¿Se enteraron por otra gente?
R: No, corría la voz muy rápidamente. Que no sólo los suecos, sino que también los suizos y los españoles estaban otorgando los Schutzpässe. Incluso el Vaticano otorgaba los Schutzpässe, pero sólo si uno aceptaba ser bautizado, lo que significa que cualquiera podía obtener Schutzpässe de la Iglesia Católica, si estaba dispuesto a ser bautizado. Pero nosotros no consideramos esa opción. Luego, supimos que sólo el Schutzpass que los españoles aseguraban estar protegidos, ya que había relaciones diplomáticas entre la Alemania de Hitler y la España del dictador Franco. En cambio, no existía ese tipo de relación con Suecia. Aún cuando, según lo que sabemos hoy, Wallenberg hizo algunos buenos tratos con los Nazis.

P: ¿Y, tenía usted alrededor de 12 años cuando conoció a Raoul Wallenberg?
R: Yo tenía exactamente 12 años. Cumplí 12 años en diciembre de 1944.

P: ¿Y su madre?
R: Mi madre nació en el 1900, por lo tanto ella tenía 44 años.

P: ¿Puede estimar cuántos años tenía Raoul Wallenberg cuando usted lo vio por primera vez?
R: No lo sé. Estimo aproximadamente, 30 años. ¿Cómo puede estimarlo un niño de 12 años?

P: ¿Cómo era su apariencia? ¿Qué impresión le causó a usted?
R: Era un hombre amable. Una persona de mente abierta, muy amigable, confiable; no sé de qué otra forma describirlo.

P: ¿Sabe qué son los Schutzhäuser? Esas no son las casas de las que usted habló, ¿verdad? ¿O son lo mismo?
A: No, eso es lo mismo. Había un cartel arriba de la casa que indicaba que esa casa estaba bajo la protección de la corona sueca. Creo que era así, aunque no estoy seguro.

P: Pero usted dijo que estuvo con su madre en una casa para judíos, ¿es eso lo mismo que una Schutzhaus?
R: No, no…

P: No, ¿Puede, una vez más, contarnos claramente en qué se diferenciaban?
R: La Schutzhaus, la Schutzhaus…De las casas para judíos la gente era forzada a ir hacia el Donau (Danubio) o a otro lugar, se la mataba, o se la deportaba de la estación de tren o también del Ziegelfabrik, y la echaban. En cambio, en la Schutzhaus hasta el 15 de octubre, octubre o noviembre, nadie podía entrar; ya que el gobierno de Horty aceptó la protección de la corona sueca. Pero cuando el Pfeilkruzler Szálasi asumió el poder, la protección perdió su validez. El Pfeilkruzler no aceptaba la protección.

P: Y, ¿los enviaron también a una Schutzhaus?
R: Nos enviaron a nosotros, mi madre y yo, a una Schutzhaus.

P: Y, ¿luego Raoul Wallenberg los rescató?
R: No, no, eso es incorrecto. Primero, desde la casa para judíos nos permitieron mudarnos a una Schutzhaus. Entonces, después de la proclamación del gobierno del Pfeilkruzler, el cual ya no aceptaría la protección, vinieron a buscarnos para deportarnos también. Y Wallenberg supo de esto y acerca de que en Ziegelfarbik la gente de los Schutzhaüser, y la de los guetos y la de otro lugar eran todas forzadas. En este sentido, eso no era un gueto, sólo la casa para judíos, sí. Entonces, después de la ocupación del Pfeilkruzler, se establecieron los guetos. Y cuando Wallenberg se enteró que también la gente de los Schutzhaüser era forzada a partir, él vino a este tipo de campo de detención y salvó a la gente que tenía un Schutzpass, al menos de ser transportados.

P: Usted y su madre fueron salvados y reunidos…
R: Como así también muchos, muchos otros.

P: Él salvó y reunió a su madre y a usted y, en el camino de regreso de allí, usted felizmente encontró a su padre otra vez…
R: Así fue como sucedió.

P: ¿Sabe usted cómo fue que Raoul Wallenberg organizó la provisión de alimentos, vestimenta y otras necesidades para aquellos que él rescataba?
R: No, de eso no tengo idea.

P: ¿Usted recuerda ahora algo acerca de los documentos, es decir, pólizas de seguros y licencias de conducir, que Raoul Wallenberg entregaba a las personas que recataba?
R: No, sólo sé que recibimos de él un Schutzpass. Sólo un Schutzpass.

P: Y el Schutzpass, ¿era uno para usted y uno para su madre, uno cada uno? ¿Y se emitían cada uno individualmente…?
R: Sí, así era.

P: ¿Usted sabe cómo podían los judíos usar esos documentos una vez que habían sido rescatados del transporte para ganados y regresados a Budapest?
R: Nadie preguntaba eso. Es decir, otras personas o nosotros no nos animábamos, tal vez algunos sí, a ir a la gendarmería o al Pfeilkreuzler y decirles: ”ustedes no tienen derecho a deportarme porque yo soy un ciudadano sueco”. Si alguien se animaba a decir eso, podría ser asesinado en ese mismo momento. No era un juego. Ante quien tratara de escapar de la autoridad, los gánsteres, no había titubeos…

P: Y usted dijo que en el Ziegelfabrik, ¿sabe usted cómo Raoul Wallenberg se enteró de que forzaban a la gente a irse de los Schutzhäuser hacia el…?
R: No lo sé, probablemente alguien en la Schutzhaus tendría un número de teléfono para contactarlo. Allí, él tenía confidentes y ellos seguramente le informaron. Cada casa tenía un líder que le informaba a él acerca de las condiciones de la casa. Además, nos proveían de comida y de servicio médico, y probablemente alguien de ese círculo llamó a Wallenberg para decirle que a partir de la proclamación los Schutzpasse perdían su validez.

P: ¿Eso significa que él tuvo que actuar en muy pocas horas?
R: Sí, así lo hizo. Usted sabe que la marcha duró un día entero, eso fue aproximadamente a 20 kilómetros de Budapest, y dormimos allí dos o tres días en el piso, sin nada de comida. Y él apareció cuando el tren estaba listo para partir, y nos rescató.

P: En el último minuto, podría decirse.
R: Sí, justo en el último minuto.

P: ¿Usted sabe qué sucedió en el Danubio durante 1944/45?
R: Sólo de boca de otra gente. Cuando ya no quedaban más posibilidades de transportar gente por aquellas razones… Entonces, el Pfeilkreuzler y la SS forzaba a los judíos a que, en la costa del Danubio, se quitaran toda su ropa, lo que significa que todos debían desnudarse y entonces allí les disparaban y caían al Danubio.

P: Volvamos una vez más a los Schutzhauser, ¿usted vió a Raoul Wallenberg también en los Schutzhauser?
R: No, no. yo no recuerdo haberlo visto allí.

P: ¿Usted sabe si todas las personas que rescató Raoul Wallenberg y aquellas personas que trabajaban con él eran judías o si había entre ellas personas de la resistencia y otros?
R: La gente decía que muchos de la resistencia y muchos no judíos lo apoyaban. Sin embargo, yo no conocí a ninguno de ellos, y también esta información me la contaron otras personas.

En ese momento, yo no me enteré de eso. Pero, mucho después nos enteramos acerca de eso. Sin embargo, usted sabe cómo, después, uno se entera acerca de muchas cosas positivas. No nos enteramos de muchas cosas en ese momento.

P: Si Raoul Wallenberg estuviera sentado hoy, aquí con nosotros ¿Qué le diría?
R: Que es un héroe. Y que debería tratar de contagiar su valentía al ser humano.

P: ¿Qué cree usted que él le diría al mundo hoy?
R: Creo que todavía estaría preocupado por la persecución a los judíos y pensaría que el mundo no ha cambiado nada. Sólo cambiaron los titulares.

P: ¿Sí?, ¿Usted piensa eso?
R: Yo pienso que él diría que sí. Cuando pienso en Hungría, siempre existió el conflicto; la gran tierra de la libertad con la Unión Soviética junto con China peleó contra el imperialismo occidental. Y el primer titular que leí en Viena en 1956 hablaba de la pelea del occidente democrático contra el imperialismo soviético. Eso significa que sólo cambiaban las palabras, la definición, pero los medios seguían siendo los mismos.

P: Después de la guerra, ¿qué ocurrió con usted y su madre, -acerca de su padre ya hablamos-?
R: Sí, al principio no podíamos volver a nuestro departamento. Ya que allí ubicaron a personas no judías y todas nuestras pertenencias fueron destruidas. Ellos vivían allí de forma muy salvaje. Y cuando finalmente se mudaron, nosotros volvimos a nuestro departamento. Ya que, inmediatamente después de la guerra, nosotros recuperamos nuestros derechos; sin embargo, tomó tres o cuatro meses hasta que desocuparon nuestro departamento. Nos dejaron sin nada. Nos sacaron todo, todo. Todo fue robado. Y aquellas cosas que quedaron accidentalmente, luego fueron tomadas por los rusos. Es decir, tuvimos la misma suerte dos veces; ya que debo agregar que aunque los rusos salvaron nuestras vidas, no dudaron ante nuestras cosas. Sí…

P: Eso significa que todas sus pertenencias fueron robadas y usted dice que, los derechos, los recuperaron luego de un período interino de entre tres a cuatro meses. ¿Y recibió algún tipo de indemnización?
R: Mi madre recibió una indemnización, pero nada más. Mi madre recibió una indemnización por los daños causados por problemas de salud, así la llaman, una indemnización- aunque no me gusta la palabra-. Mi padre fue el presidente de una gran fundación, y ellos pagaron por la pérdida de las pertenencias y una indemnización por los daños causados por los problemas de salud para mi madre.

P: ¿Sabe usted que sucedió con Raoul Wallenberg después de la guerra?
R: Sí, nos enteramos de eso una vez en occidente. En Hungría, no supimos nada de eso. Ése fue un secreto muy bien guardado. Aquí, en occidente, me enteré de que fue capturado en Rusia y fue tratado como si fuera un espía alemán. La gente pensó que él era un espía alemán, porque él intentó comprar, a los RKWs, la libertad de judíos y eso les resultaba extraño a los rusos y significaba que él era un aliado de los alemanes, de los Nazis. Y también sé que en Rusia, de la Unión Soviética, intentaron tentarlo para que sea un intermediario y usarlo para establecer conexiones de negocios. Y como él no estaba dispuesto a hacer eso, lo mantuvieron prisionero.

P: ¿Por qué cree que es importante mantener viva la historia de Raoul Wallenberg, especialmente hoy en día?
R: Porque lentamente el antisemitismo está alcanzando niveles similares a los que tuvimos en la Alemania Nazi. Hoy, tenemos una alianza impredecible entre los de derecha, los incompetentes de izquierda y los islámicos, y esa es una combinación muy explosiva.

P: ¿Usted quiere decir que el antisemitismo está cobrando fuerza otra vez?
R: Si, de estos tres componentes, esa es un combinación muy peligrosa.

P: ¿Quisiera compartir algo más con nosotros en el día de hoy?
R: No, solamente que si Wallenberg no nos hubiera rescatado del tren, usted no estaría sentado hoy aquí conmigo. Eso es lo único que tengo para agregar.

P: Ok. Muchas Gracias.
R: Excelente.

Creditos:

Entrevista: Vanessa Gera
Traduccion: Florencia Gersberg