Lea Jakubovic

P: ¿Cuál es su nombre de nacimiento?
R: ¿Nombre de nacimiento? Ok. Lea Jakubovic. ¿Lo tienes? No, espera… ese es mi nombre de casada. Lo siento, dijiste, mi nombre de nacimiento: Mayarovic.

P: ¿En qué ciudad y país nació?
R: En el momento en que yo nací, era Checoslovaquia, el 6 de enero de 1927.

P: ¿Dónde pasó su infancia?
P: En el momento en el que nací, los llamaban Montes Cárpatos. Lo que ahora es Ucrania. Pero la escuela… en los Cárpatos. Después de la Primera Guerra Mundial. ¿Qué otra cosa decía su pregunta?

P: ¿Con quién vivía? Por ejemplo, ¿padres, hermanos, abuelos, primos?
R: Vivía con mis padres. Éramos 7 hijos. Mis abuelos vivían enfrente. Ellos nos ayudaron mucho para poder construir nuestra casa. Y los otros abuelos nos dieron dinero para comprar las cosas para nuestra casa. Mi padre era hijo único.

P: ¿Se crió dentro de alguna comunidad judía?
R: Había 200 familias judías, todos juntos formábamos una población de 8.000 personas, que hablábamos ucraniano. En casa se hablaba idish, y en la escuela, se hablaba checo.

P: ¿A qué clase de escuela asistía? ¿Podría describirla?
R: Hasta 6º grado, la escuela checa era muy buena. Estábamos muy adelantados en el aprendizaje. En 1939, yo tenía 12 años. Ucrania nos ocupó durante 3 meses, y luego vinieron los búlgaros. No era muy interesante. Diría que después de 6º grado no aprendíamos mucho. Comenzaron a atrasarse, veníamos de aprender tan bien, estábamos muy adelantados, de manera que esta escuela no era muy interesante. A las niñas judías no nos permitían entrar en lo que se llamaba escuela intermedia, que quedaba a 13 kilómetros. Los niños sí podían, esto me molestaba mucho. Me molesta hasta el día de hoy. Era verdaderamente estúpido.

P: ¿Cómo aprendió sus costumbres y religión judías?
R: Los varones tenían la escuela judía, la llamábamos ”Heder”. Mi abuela, cruzaba la calle, para venir a mi casa, los despertaba a las 5 de la mañana y los llevaba a la escuela. No importaba donde se encontraba la escuela. Cada vez era en una casa diferente. Mi abuela era maestra de hebreo, de manera que ellos eran muy religiosos. No sabía que existía el no ser religioso. Mi padre usaba barba. Aprendí a preparar, hornear y cocinar el pollo kosher, era mi deber porque yo era la segunda de 7 hijos. Era una vida feliz.

P: ¿Su familia era religiosa antes de la guerra?
R: Oh, si. Y eran muy formales. Mi apellido es el de las primeras 12 familias. Luego nos mezclamos, pero todos eran religiosos. No existía el no ser religioso.

P: ¿Qué hacía antes de la guerra? ¿Cómo era un día típico?
R: No hacía muchas cosas porque mi madre era una mujer enferma. Yo era la segunda de siete hijos. En la zona donde vivíamos, eran los varones los que se debían ocupar de ayudar en la casa. Mi hermana, que era la siguiente mujer, tenía cinco años menos que yo. De manera que no había mucho más que jugar afuera. Ayudaba a mi madre, sin que ella tuviera que decirme nada, yo conocía mis obligaciones.

P: ¿Cuándo comenzó a notar los primeros indicios de antisemitismo?
R: Cuando no pude ir a la escuela intermedia. Y también… Huszt… La ciudad más grande se encontraba a 13 kilómetros del pueblo donde vivía. Los judíos no podían tomar un micro para ir allá. Debíamos caminar 2 horas para llegar a Huszt. Otra manera de llegar, era si podíamos conseguir algún caballo o carro, lo cual no era muy frecuente. Así que, realmente sentíamos el antisemitismo. No había nada que pudiéramos hacer en mi pueblo, por eso le insistí tanto a mi madre. Le insistí y le insistí hasta que me dejó ir a Budapest. En ese momento yo tenía 16 años. Mi hermano era un año mayor. En nuestra zona no se podia hacer nada. No había nada: ni ropa, ni velas ni petróleo. El habló al almacén y siempre recibíamos las cosas que nos enviaban. Hasta que un día nos llevaron a todas las mujeres de Budapest, entre los 16 y 32 años, sin hijos, para trabajar en los campos. Nos trataban como si fuéramos soldados, pero no por mucho tiempo. Después, vinieron…caminamos. Ibamos a las afueras de Budapest. Buda. Luego estábamos limpiando…. Era otoño, ellos limpiaban los campos. Ya sabes, sacaban el choclo… y todo. Nos daban café negro por la mañana, nos levantaban temprano, como soldados. Estábamos en los establos. Pero luego, los alemanes vinieron y dijeron que era más importante acomodar a los caballos en los establos que a las chicas judías. Entonces, de alguna forma… amigos, algunos contactos que teníamos, me acomodaron junto a un soldado mayor que yo como si fuera su hija, para que volviera con él a Budapest. Yo fui, y ellos dijeron, ”Pequeña, toma tus cosas y ven con nosotros”. Primero traté, y luego él trato de llevarme a la Cruz Roja. Luego me llevó a la casa y allí, estaban deportando a la gente…. en una fábrica de ladrillos. Y a partir de allí, encontramos algunos contactos. Nos llevaron a la casa de Suiza, no Suiza, sino a la casa sueca. Y una vez allí… no estuvimos tanto tiempo. ¿Adónde fui desde allí? No puedo recordar…. Ah, si. A Buda, en la sección de películas, los vilas, nos daban… los vilas eran los esclavos de los alemanes, no eran muy amables tampoco. Pero no eran tan malos como los búlgaros. Hicieron un negocio de arreglos de calzado…. ¿cómo lo llaman uds? Compostura de calzado. Una cocina…. Éramos todos esclavos judíos. Todas familias. Yo, a mi me eligieron como una chica joven, porque era muy habilidosa. Sobre todo para un hombre de la SS que vivía con su novia. Yo hacía las cosas de la casa, y les cosía pañuelos, es decir los diseñaba… les arreglaba la ropa, era muy buena en lo que hacía. Pero llegó un momento en el que ya no era placentero para mí porque yo limpiaba y solo venía de un pequeño pueblo. Para pascuas, mi padre tomó algunos racimos de uvas para hacer vino. Yo no sabía que esto era así, no sabía que había distintos tipos de vinos. Comencé a limpiar, y había diferentes vinos sobre el piso, en esos botellones grandes. Los acomodé todos juntos, uno al lado del otro… pensé que me iba a matar, pero no lo hizo. Yo era una niña muy ingenua. ¡No sabía!

A los alemanes les gustaba asustarnos, a nosotros los judíos. Si la cocina estaba limpia y sin manchas, ellos manchaban el techo. Y había que limpiar otra vez. Una vez, todas las familias se asustaron mucho por mí, yo era una chica joven. Eran alrededor de las 11 de la noche y entonces, ellos (los alemanes) me dijeron que debía subir. Entonces, subí las escaleras, mientras todas (las familias judías) rezaban por mí. Cuando llegué, había tres oficiales de las SS bebiendo, y me ofrecieron un trago. ”No, gracias”, dije. Lo único que quería era irme. ¡No quería un trago! Uno de los oficiales, me dijo, ”toma mis botas y llévalas a reparar. Las suelas deberán estar arregladas para las 6 de la mañana, deberás ponerlas al lado de mi puerta”. No fue tan malo… pero el miedo estaba allí. Luego… ellos debían irse, yo pensaba… ¿Qué era? ¿Adónde fui luego? Déjame recordar. Probablemente, desde allí fui al final, casi. Había 5.000 mujeres listas para subir a los trenes que iban a Alemania. Yo siempre escuchaba que la gente decía, ”hacé cualquier cosa, pero no vayas a Alemania”. Esto era cerca de la estación de tren. Comencé a escuchar rumores: de que si eras vieja, si estabas enferma, entonces podías quedarte en la ciudad, pero debías tener un certificado médico. Me encontré entonces, con una amiga, nos sentamos en la fila, era tarde… era diciembre o noviembre, y estaba muy oscuro… posiblemente las 4 de la mañana. Estábamos sentadas en la fila para que nos atienda el médico. Que seamos viejas, que estemos enfermas…. Lo que sea. Nos colocamos nuestros pañuelos (sobre nuestras caras)… Llegaron dos de Nyilaskereszt…. Que eran los que controlaban todo, los húngaros (del partido fascista húngaro). Nos dijeron, ”ustedes dos chicas, vengan y limpien”. Vieron que no éramos… viejas. ¿Teníamos otra alternativa? ¿A quién le íbamos a decir que no? Nos llevaron a la oficina. Nos mostraron cada uno de los cuartos, y dijeron, ”limpien aquí, aquí y aquí. En este lugar van a dormir”.

Veo que no hay traba en la puerta. Y ya había escuchado lo que le hacen a las chicas. Así que le dije a mi amiga, ”yo voy a limpiar este lugar, pero no voy a dormir aquí, con la puerta abierta”. No puedo volver a casa con mi madre con… un embarazo o algo. Luego… Dios nos mandó a Wallenberg. Vino a ayudarnos. Preguntó, ”¿quién tiene papeles suecos? La mayoría de la gente no tenía. Él deseaba salvar a la gente. De manera que… ¿a quién crees que registró primero? A ésta que tienes enfrente. A ésta, que estás mirando Yo era muy rápida. Registré mi nombre y el de mi amiga y seguí limpiando. Siempre me mantenía alerta a los del… Nyilaskereszt, si llegaban a darse cuenta…si me agarraban haciéndolo… Eran las 4 de la tarde. ¿Sabes a qué hora salimos? A las 4 de la mañana, con la ayuda de la policía búlgara. Éramos 14 personas. No pudo salvar a más… Nos llevó a una villa. El nombre… la dirección era ”Karpet Unser”… que significa Calle Karpet…. 3. Mi amiga y yo estábamos en la lista. Si venían… no teníamos ningún papel, nada. Así que todavía teníamos mucho miedo. Pero nos dieron suficiente comida, arvejas, porotos… para que pudiéramos cocinar, fue un placer. Después de un tiempo… nadie creyó que íbamos a sobrevivir. Llegaron los rusos… era mediados de enero. Nos liberaron. Por eso estamos aquí. Gracias a Wallenberg.

Oh.. había una casa grande. Seis ambientes. Cerca de la estación. Después de liberarnos. Ni bien fui libre, fui al consulado checo para buscar mis papeles y volver a casa. Todavía creía que tenía una casa. Creía que tenía padres, y hermanos…. No sabía lo que había pasado. Porque en esa época, la mayoría no fue liberada, solamente en Budapest. Entonces, como trabajé en Budapest en la calle… había un templo muy famoso, y esa gente era más alta que el edificio… helados en enero…. Y todavía le disparaban a la gente, la gente caía frente a mí. Pero igual, algunas personas salían a buscar comida. Yo no fui, simplemente fui a buscar el pasaporte para volver a casa.

Mi padre era alto, de tez oscura y buen mozo, un hombre joven. Yo creía que había sobrevivido, seguro. Mi madre, estaba un poco enferma, yo tenía un hermano más joven que murió hace 6 años. Solía traerle pan a mi padre, porque también había sido un sirviente personal de los alemanes en Bergen-Belsen. Un día él vuelve, y mi padre estaba muerto… eso fue el 25 de octubre, creo. Yo tengo la fecha del calendario judío. Y él estaba muerto. Él, (mi padre) dejaba el poco pan que tenía, que él le podía conseguir (mi hermano) y lo cambiaba por cigarrillos, finalmente murió de inanición. ¿Puedes imaginar eso? Si no fuera por Wallenberg, yo no estaría aquí contándote esta historia. Hubiera ido a Alemania, y desde allí…. ¿Sabes cuántas veces me escapé? Yo no puedo recordarlo. Siempre estaban listos para deportarnos. ¿Sabes cómo salí de la oficina de Wallenberg? Me trepaba por las piernas de las personas. Ellos se daban cuenta. Yo era joven, tenía 16 años, no era gran cosa treparse. De todas formas, ellos no planeaban sobrevivir, su instinto había muerto.

P: ¿Cómo supo lo que estaba sucediendo con la gente judía?
R: Realmente no conocíamos toda la verdad. Sabíamos, que los llevaban a Alemania a trabajar. Eso era lo que habíamos escuchado. Pero bien adentro mío, casi de manera instintiva…. Me habían dicho, ”no vayas, si no tienes que hacerlo”. Eso estaba en mi cabeza. Para poder sobrevivir uno recuerda muchas cosas de repente. Te imaginas muchas cosas. Era una niña ingenua, de un pueblo muy pequeño. Pero era inteligente para sobrevivir. Sabía que había que registrarse con Wallenberg, y mantenerse alerta a lo que estaba pasando. Puedes imaginarte, desde las 4 de la tarde hasta las 4 de la mañana, salir, salvar 14 personas, y así fue para 100.000 ó 150.000 no sé. No sabemos. Haber podido sobrevivir es maravilloso. Nadie planeaba sobrevivir. La forma en que nos trataban. Pero Dios es bueno para algunas personas. No me puedo quejar, mira lo que pude hacer…. pude formar mi descendencia…. Tengo 17 nietos, hijos, algunos de ellos, ya tienen 40 años. Gracias a Dios por eso. Y mis hijos son maravillosos. Aquí puede ver una muestra de dos de ellos. Son muchachos muy especiales.

P: ¿Cuáles eran sus pensamientos, sentimientos y reacciones cuando supo lo que estaba sucediendo con los judíos? ¿Recuerda cómo se sentía?
R: La verdad… no puedo decirle sinceramente cuáles eran mis sentimientos. No los tenía. No sabíamos en qué momento… íbamos a morir. Recuerdo que cuando éramos adolescentes en una de estas casas de Budapest, jugábamos a las escondidas. Los grandes decían, ”¿Cómo pueden jugar a las escondidas?” y yo contestaba, ”¿es que debemos esperar que las bombas nos caigan en la cabeza?”. Éramos adolescentes. A lo mejor, los grandes tenían hijos pequeños y por las noches tenían pesadillas….yo soñaba que tenía muchos hijos y que podía decidir llevarme solamente uno solo. ”¿Eres casada?”, ”¿Tienes hijos?” No, bueno. Entonces sabes de qué hablo. En el sueño, ellos me perseguían, los alemanes…. nunca hablé de esto con nadie… duele hablar. Trato de olvidar. Sé que es muy importante. Porque, ¿sabes? Algunas personas no creen lo que sucedió. Bueno… ¿la próxima pregunta? Adelante.

P: ¿Qué otros cambios experimentó durante la guerra?
R: Si… durante la guerra. Teníamos trabajadores judíos húngaros, que realizaban trabajos forzados en la calle… fue de ellos que aprendí a hablar en húngaro, en realidad. Solíamos preparar limonadas para venderselas a ellos. Los niños hacíamos eso. Que recuerde, no sabía una sola palabra en húngaro. Ahora puedo hablar con fluidez, pero no sé leer ni escribir, porque lo aprendí en la calle. ¿Qué más? Trato de olvidar, ¿sabes?

P: ¿Cómo afectó la guerra las tradiciones religiosas y culturales de su familia?
R: Todo lo que puedo recordar de 1939, es que mi madre estaba llorando por que se iban los checos. Ellos sabían que era para mal. Y… tenían razón. Fue muy malo. Me olvidé de contarle que en 1941, llevaron a todo el pueblo al límite con Polonia, nos decían que nos iban a llevar a trabajar allí. Sonaba interesante. Nos arrastramos en ese edificio,… y por la mañana, los camiones… los trenes… nos iban a llevar a la frontera. Ahora, nos llevaron a dormir en una fábrica de madera, porque en los Cárpatos…. se exportaba mucha madera, era la industria principal, para muebles y pisos, todo el lugar estaba lleno de trozos de madera, con las puntas hacia arriba, y no hubiéramos podido poner a un animal para que durmiera allí. Mi hermano, mi pequeño hermano, era un año menor que yo, recuerda que yo estaba llorando, y me preguntó, después de la guerra, por qué lloraba. Le dije, yo pensé… estábamos en 1941, yo tenía 14 años, si ponen a un ser humano a vivir en esas condiciones, ¿qué nos esperaba en la frontera? Por eso lloraba. No esperaba nada bueno. ¿Cómo podía esperar algo bueno? Además, en el tren estábamos como sardinas. Yo podía entender eso. Pero ¿obligarnos a dormir de esa forma? No podíamos pararnos, ni sentarnos, no podíamos hacer nada. Ni dormir. Pero ese tren, creo que algún inglés pagó todo y pudimos volver a casa. Tuvimos suerte otra vez, toda la familia.

P: ¿Cómo afectó la guerra, en caso de que lo haya hecho, las tradiciones culturales y religiosas de su familia? ¿Hubo algún cambio en sus prácticas religiosas?
R: En nuestro pueblo, no nos molestaban porque crecimos juntos. En las grandes ciudades, seguramente era distinto. Económicamente, estábamos un poco mejor. ¿Por qué? Yo sé porque… Si… porque racionaban, nos racionaban la comida. Y entonces aparecía un panadero, que nunca antes había hecho pan. Así la población podía hacerse pan de maíz y obteníamos los vales de ración, y podíamos comprar mucho pan. Pan blanco, todo un lujo. Y también, nos convertimos en adolescentes. Crecimos. Mi hermano, desde Hungría, conseguía material de Huszt, y hacía pequeños canastos, como los que se hacen aquí para pascuas. Aprendí de mi hermano, y ganábamos dinero, y embarcaban las canastas a Hungría. Canastas.

P: ¿Cómo pudo su familia mantener y practicar la religión judía durante la guerra?
R: En verdad, no lo recuerdo, pero debió ser muy duro. Solo, como dije, la educación superior, a la que las niñas no podíamos acceder. Los muchachos podían ir a la gran ciudad para asistir a la escuela superior. Yo no pude. Mantuvimos la religión. No eran malos con nosotros, pero cuando volvimos en ese tren en 1941, nos robaron un montón de cosas.

P: ¿Qué sucedió con su familia durante la guerra? ¿Sus padres, abuelos?
R: Se llevaron a todos. A todos. Abuelos, padres. Si. En Budapest. Yo estaba en Budapest. Los llevaron al gueto, en mayo, a todos. Mi hermano más chico, el que sobrevivió, me contó que mi padre le pagó a un soldado húngaro y a otras chicas, las de 20 años, para que nos llevaran a casa. Aceptaron el dinero, y cuando vino nos dijo, ”sus padres están en el gueto. Y dicen que no deben ir a casa” ¿Quién podía saber que ya no tenía más padres? Entonces nos llevaron y aquí permanecí. Así me enseñaron, como un soldado. Para trabajar en los campos. No era un picnic. La verdad que no.

P: ¿Cuándo se separó su familia?
R: Se llevaron a todo el pueblo, los pusieron en un gueto, y a otro pueblo antes de Huszt, Isa- ese era el nombre. Estaban en el gueto, y allí esperaban a ser embarcados, porque en Huszt ya había trenes. No teníamos tren en nuestro pueblo. Todos fueron a Alemania. Los cremaron a todos. Mi madre con mis hermanos. Yo estaba en Budapest. Mi hermano mayor, lo agarraron… él fue a casa, entonces lo atraparon, también. Mi otro hermano, era mecánico, era muy hábil también, podía hacer de todo. Entonces lo mataron. Un hermano mayor que yo, en realidad, me decía quién sobrevivió, me decía que tal vez uno o dos habían sobrevivido, antes de que termine la guerra, él era muy inteligente, contaba con que hubiera sobrevivido. Dijo que si cruzábamos un puente pequeño hacia Polonia o hacia Rusia, iba a liberar a todo el grupo.

P: ¿Sabía o escuchó algo sobre la Cruz de Flecha?
R: ¿Nyilaskereszt? Oh, ellos eran muy malos. Ya le conté lo que hacían con las chicas. Ellos eran… peores que los alemanes.

P: ¿En qué momento comenzó a saber sobre Raoul Wallenberg?
R: Él vino, se presentó, ”¿Quién tiene papeles?” Fui muy afortunada, estaba en el lugar indicado, en el momento oportuno. Estaba esperando para decirle al médico que yo estaba enferma y que era vieja. ¿Tiene sentido para alguien de 16 años?

P: ¿Se acuerda de su apariencia?
R: Recuerdo que era alto y buen mozo. Tenía dos ayudantes. ¿Crees que yo me fijé en su apariencia? ¡Yo quería vivir! Lo único que observaba era a los de Nyilaskereszt…. Prestaba atención para que no se dieran cuenta de que me estaba registrando. Andaba por allí limpiando, y miraba hacia atrás. Se presentó, y me dijo que era del consulado sueco, y preguntó quién tenía los papeles. Estaba escrito que yo tenía que vivir. Gracias a Dios que existe esa clase de personas. Y mire lo que los rusos le hicieron a él. ¿Puedes creerlo? ¿Por qué? ¿Puedes imaginarte por qué lo hicieron?

P: Después del encuentro con Raoul Wallenberg, ¿adónde la llevó?
R: Nos llevó a una villa, a una casa segura. Pero no tenía nada en mis manos.

P: ¿Conoce el schutz-pass?
R: Si. Cuando estaba en la casa suiza, dijeron, ”No hay más schutz-pass, ahora es schutzpass-pass”. Tuve suerte, también, porque no sabían qué hacer. Fui a trabajar… fue cuando trabajé para los alemanes, después de la casa de Suiza.

P: ¿Puede describirnos la casa segura?
R: De donde veníamos, a lo que teníamos, nos parecía el paraíso. Una casa común, con comida común. Antes, vivíamos solo a sopa de arvejas y yo era muy mañosa ya que en casa una chica que estaba conmigo, se llamaba Esther, me daba su pequeño trozo de pan porque veía que yo no tomaba la sopa. Era mi manera de llamar la atención de mi madre, ¿de qué otra forma, sino? Si no comía, iba a la escuela sin haber comido, entonces la maestra decía, ”parece que no comes lo suficiente”. Pero ellos me daban, yo era la que no comía. Porque si venía a casa después de la escuela, mi madre me llevaba a un rincón de la cocina y me decía, ”¿quieres una galletita? O tal vez ¿leche?” ¿Te das cuenta?

P: ¿Puede describir la casa segura un poco más?
R: Habitaciones comunes. Eran dos o tres. Era una villa, tú sabes lo que es una villa. Estábamos en el sótano, porque estaban bombardeando el área. Una casa pequeña, una casa para dos familias, te diría. Éramos 14 personas. Era muy pequeño comparado con… lo que habíamos tenido antes. Recuerdo que la comida era normal, con ingredientes comunes. Era realmente como el paraíso. Un paraiso. Pero nunca sabíamos cuándo iban a llegar los alemanes. Los húngaros y los checos, preguntaban… ”¿quién tiene papeles?”. Era la única casa segura, la casa sueca. Había otras casas, suizas también.

P: ¿Wallenberg visitaba la casa? ¿Lo volvió a ver otra vez?
R: No… No hablé mucho con él. Tenía muchas casas.

P: ¿Cuánto tiempo estuvo allí?
R: No recuerdo. Creo que fueron unos días.

P: ¿En la casa segura?
R: Oh… si, allí estuve más tiempo. Me liberaron a mediados de enero. Posiblemente un mes más o menos. Fue un placer. No sentía ninguna clase de peligro. Solamente si ellos (los alemanes) venían a revisar. Pero había un letrero que decía ”Casa segura de Suecia”

P: ¿Mientras estuvo allí, escuchó algo sobre cómo se crearon las casas seguras?
R: No… no, éramos apenas adolescentes. Deseábamos jugar a las escondidas… hacíamos todo lo posible por olvidar lo que estaba sucediendo. No sabíamos en qué momento nos íbamos a tener que ir. Si caía una bomba, o si venían a revisar y no teníamos nada. ¿Cómo se planea algo en una situación como esa?

P: ¿Sabe cómo Wallenberg averiguó sobre los vagones de ganado que rodeaban a los judíos?
R: No tengo idea. Era muy joven para la política. Todo lo que sabía, era que quería vivir. No quería ir a Alemania.

P: ¿Sabe cómo Wallenberg rescató gente en el Río Danubio?
R: No sabía eso sobre Wallenberg. Nunca lo había escuchado. Escuché algunos rumores… de que había muchas casas seguras. Luego averigüé que las casas de Wallenberg eran las más seguras de todas. La casa sueca era la más segura. Tú sabes, no el schutz-pass, schutzpass-pass. ¿Sabes lo que significa schluss? Finito. El fin.

P: Si Raoul Wallenberg estuviera sentado aquí con nosotros hoy, ¿qué le diría?
R: Le besaría la mano y los pies. Qué bueno que exista gente como él. Tan buena gente. ¿Qué puedo decir? ¿Qué esperas que te diga?

P: ¿Qué cree que Wallenberg le diría hoy al mundo entero?
R: Que fue un hombre afortunado, que tuvo la suerte de poder hacer lo que hizo. ¿Quién podía hacerlo? Tiene que tener el corazón, la voluntad, el dinero y la educación. Tiene que tener todo eso. Me haces una pregunta difícil. ¿Cómo podría responder? Increíble. Y pagó con su vida.

P: ¿Qué sucedió después de la guerra?
R: Vine a Huszt, a la gran ciudad, y había 250 varones y 6 chicas. Esto fue a comienzos de febrero o a fines de enero. Me llevó dos semanas, con los trenes, después de la guerra, llegar de Budapest a Huszt. Mi otra gran ciudad. Y de las 6 chicas, yo era la más joven. Todos los varones me rodearon, ellos pensaban, no hay nadie que no conozcamos, estuvieron en los campos… de trabajo. Trabajo forzado en Rusia. Entonces, vinieron y eso es todo. Yo no pensaba en el matrimonio. Solo quería ver a mis padres, No tenía idea de lo que había sucedido. Entonces, uno de los chicos, que era del pueblo de mi madre, caminó conmigo hasta Huszt, es decir13 kilómetros. Había un sol radiante… tenía que ver mi casa. Cuando la vi, sin ventanas, ni puertas, entonces allí me empecé a dar cuenta. Pero, aún vivía en Huszt por un primo de mi padre, que estaba casado y tenía un hijo, que estaba en Rusia. Esperaba a su esposa. Y yo esperaba a mis padres. Porque todavía estábamos a comienzos de febrero. Solía decirme que me haría una hermosa boda cuando llegue el momento. Pero primero yo tenía que convencerme a mi misma, eso era lo más importante, no había nadie, y yo tenía que darme cuenta de eso. En el pueblo había 4 o 5 chicos… volví, y luego las chicas comenzaron a venir. Algunas veces dormíamos las 4 chicas en una sola cama. Y empezaron a llegar. Luego uno de sus amigos me pidió que saliéramos a dar un paseo. Salí con él. El sol brillaba. Ya para ese momento, las chicas comenzaban a llegar. Y algunas tenían piojos. Y él me dice, es gracioso, ”¿sabes lo que vi en tí?, yo comencé a pensar. ”¿Qué, qué? Yo pensé que había visto piojos! Y entonces me dice, ”que tu primo está celoso y quiere casarse contigo”. Volví a casa y él (mi primo) me pregunta como quien le pregunta a un chico, ”¿cómo fue la cita? Y yo empecé a reirme. Me reía mucho, y él preguntó, ”¿qué dijo?”, y le respondí, ”dijo que estás celoso y que quieres casarte conmigo” y, él era una persona mayor que yo, tenía 20 años más, y dijo ”¿lo harías?” y yo que no quería insultarlo, le respondí, ”ya veremos” A partir de ese momento, todos los días me preguntaba, ”si mi esposa no vuelve, ¿te casarías conmigo?” No quería ofenderlo, ¡era una persona más grande! Y después de un año, me casé con él, él fue su padre. Fue muy bueno conmigo.

P: ¿Y qué sucedió después?
R: Me fui… cuando fui independiente, a Israel, como soy judía, dije ”Tengo que estar allí. Ya tuve suficiente con los alemanes, con los húngaros. Los judíos tenemos nuestro propio país, tengo que ir allá”. Mi esposo no quiso venir. Yo tenía a su hermana, que es tres años mayor, tenía un año y medio en ese momento. Él no quería moverse de Checoslovaquia. Después de la guerra vivimos en Sudetes, donde se hablaba alemán. Estábamos muy bien allí, teníamos un almacén, teníamos mucha comida allí, pero yo no quería estar con los que hablaban alemán. Él no iba a venir conmigo. ”Dame tu mano si te vas por tu cuenta”, le di mi mano. Esperamos tres semanas en Italia para embarcarnos en el barco que nos llevaría a Israel. Él me dijo: ”Lea, antes de subir al barco, cambia de opinión”. Le dije, yo me voy. Tengo mi propio país, debo estar allá. ”Ya tuve suficientes persecuciones”. Y llegamos allí, y después de 10 años, tuvo un infarto y falleció. Yo tenía dos hijos pequeños. Ella tenía 3 y su hermana 8. ¿Qué más puedo decir? Después de un año fui a Norteamérica porque tenía miedo de dormir sola. Este hombre conoció a mi marido, me conoció a mí, yo conocí a su esposa, que también murió en Norteamérica. Y yo quería asegurar un país para mis hijos, no para mí. Dije, estoy preparada para dar a mis hijos en adopción a una familia judía y finalmente fui, finalmente tengo un país. Pero llega un hombre, que quiere llevarme junto a mis hijos… ¿ves algo malo en eso? ¿Amor? Nunca escuché tal cosa. Nunca. Ni la primera, ni la segunda vez. Pensaba que eso estaba solamente en los libros y en las películas. Pero construí una familia bastante buena ya que tengo hijos muy cariñosos. Soy afortunada, permíteme decirte. Dios sabe qué es lo mejor para mí.

P: ¿Por qué cree Ud. que es importante mantener vivo el recuerdo de la historia de Raoul Wallenberg?
R: Eso es absolutamente verdad. ¿Es que acaso no lo merece? También, la gente debería saber lo que se pudo haber hecho. Si hay voluntad, hay forma de hacer las cosas. Como dije antes, él tenía educación, un buen corazón y el dinero, tenía todo lo necesario, ¿cierto?

P: ¿Es esta la primera vez que cuenta su historia?
R: Si. Se necesita mucha valentía y determinación para hacerlo. A mi edad, es un gran esfuerzo, permíteme decir, pero siento que es todo lo que puedo hacer. Creo que Wallenberg merece lo mejor.

P: ¿Cree que podrá contar su historia otra vez?
R: No tan rápido. No tan rápido.

P: ¿Hay alguna otra cosa que quisiera compartir con nosotros?
R: Nosotros, los sobrevivientes, no importa de dónde, éramos como salvajes. Salíamos como quien sale de una prisión, No lo puedo explicar. Recuerdo algunas personas de mi pueblo, bailábamos, y ellos arrojaron un billete de 100 desde los balcones. ¡Éramos como salvajes! Porque nos trataban como a animales…. yo creo que era por eso. Por ejemplo, su padre era rabino en una escuela comercial, un hombre muy educado. Pero desde que perdió a su esposa y a un hijo, no quiso seguir manteniendo su religión después de la guerra, no quiso saber de nada. Yo, si deseaba hacerlo, porque nunca conocí algo distinto en mi vida. Solía reírse de mi, ”¿Para qué necesitas esto?”. Así pasé 10 años sin religión. Compré vajilla nueva en Checoslovaquia para venir a Israel, pensé en empezar una nueva vida, una vida kosher, porque en Alemania, donde viví durante 3 años, tenía una mujer alemana, un ama de llaves, porque yo trabajaba. Entonces en Israel, los vecinos eran todos como salvajes. Ella decía, ”no cocinas comida fresca de hoy, cocinaste ayer”. Así que me doy cuenta que ya no soy cosher. Vine a América, su padre y yo nos encontramos en Israel, nos casamos allí y él no me quería decir que era religioso, porque veía que yo no era observante. Una sola cosa me dijo, de mandar a los chicos a una yeshivá. Yo dije, está bien, no hay problema. Me llevó un año y medio, acostumbrarme a que ese tenedor no era lo que necesitaba, ni ese cuchillo, servía, debía ser todo kosher… debía estar separado en lácteo y carne….y después de un año y medio, tiré toda la vajilla, y compré una vajilla nueva y dije, ”soy kosher”. Y eso no fue un problema.

P: ¿Y ahora mantiene sus tradiciones de manera cómoda?
R: Oh si. Mis hijos fueron a una yeshivá, junto con mis dos hijas. Yo no quería tener dos religiones diferentes en mi casa. Para algunos pudo haber sido dura, pero no lo fue para mí, realmente no sé por qué. Luego, vinimos acá. Mi marido tenía una hija autista. No hablábamos de ella. Sus dos hijos que tenían 10 y 5 años, sabían Idish e inglés, yo no sabía inglés. Tomé clases particulares, y nunca usaba el idioma. Entonces dije, ”¿Saben algo chicos?, si voy a ocuparme de estos chicos, debo aprender 3 idiomas. Entonces, tengamos un solo Dios y un solo idioma. Entonces, no tuvimos ningún problema con los chicos, y lo digo otra vez, Dios es bueno conmigo. Soy una persona sumamente sensible, Y el me dio niños perfectos. Porque no podía manejarlos. Nos amamos el uno al otro.

P: ¿Hay alguna otra cosa que nos quiera decir?
R: No, nada más. Cuando me fui a casa desde Budapest, tuve mi último diploma, los rusos me lo sacaron de las manos, en Debrezen, mientras esperábamos, como siempre, otro tren. Se llevaron mis últimos documentos.

P: ¿Su hermano y usted fueron los únicos sobrevivientes de su familia?
R: Si. El supo que yo estaba viva, y me encontró en Checoslovaquia después de la guerra. Esperó a que me case. No quería molestarme. Me casé, me mudé a Israel. Él se casó con una chica israelí, una chica muy agradable. Yo tenía 18 años y él 17. Él encontró a mi amiga, que tenía mi edad y estaba en el ejército como operadora de teléfono. Él quería entrar, sin saber que ella estaba allí. Entonces, ella le dice a él en hebreo: ”Está prohibido entrar acá”. Fue así como la reconoció, porque ella era un año mayor que él. Era soldada.

P: ¿Recuerda los nombres de las 14 personas que se salvaron junto con Ud.?
R: No…. no. Pero cuando fui al consulado checo a buscar mis papeles para ir a casa después de la guerra… cuando los rusos nos liberaron, seguramente usted habrá oído sobre esto… ellos eran muy miserables con las mujeres. Nosotros vivíamos en la casa de la vereda de enfrente…. preguntaron quién sabía hablar ruso, yo sabía un poco por haber estado allí un tiempo, me acostumbré a hablar un poco. Había una mujer joven, 27 años, con un hijo de 7, ”¿Quién sabe hablar ese idioma?”, necesitan intérpretes. Ella me dice: ”vayamos” y le dije, yo no quiero ir con ellos, no sé lo que están haciendo. Violaban mujeres frente a sus maridos. Ella fue, cruzó la calle. Era invierno, había nieve. La tiraron al suelo, sobre la nieve, había como 15 rusos allí… yo era una chica joven, muerta de miedo. Recuerdo que volvió, llorando, las mujeres la lavaron con agua caliente. La encontré en el consulado. Era tan inocente, que le dije, ”ahora vas a tener por lo menos, trillizos”, ”ya supe lo de los trillizos, así que no más”, dijo ella, ”eres tan ingenua, lo que uno hace, el otro deshace, no continuaré con el embarazo”. Y mientras viajaba a casa, esas dos semanas, creo que estaba con una amiga, en Huszt, no puedo recordar… ah si, estaba con una amiga. Hubo otra desgracia con los rusos. Pero a mí, gracias a Dios, nunca me tocaron. Aunque querían hacerlo. Así que me tomó dos semanas llegar a casa, porque el tren paraba en todas partes. Esto fue justo después de la guerra. Había 2 soldados rusos… uno sentado frente a mi amiga en la estación de tren, y el otro estaba sentado junto a mí. Hablábamos el mismo idioma que ellos, aunque sea un poco. Es una lengua eslava, y yo hablaba checo, así que su ruso era un soldado raso que quería salvarla de los demás. El mío era un oficial de alto rango. Pero él le decía a ella y ella me lo traducía al húngaro, ”Oh, soy judío”. El oficial quería que fuera con él a caminar afuera, porque no podía hacer nada frente a toda la gente. Recuerdo que perdí la voz por los nervios, dije, ”no puedo ir contigo, me voy a casa con mi madre, debo ver a mi madre primero”. Me molestó tanto que el otro soldado me mandó un mensaje a través de mi amiga donde decía que yo debía hacer que crea que me desmayé. Me desmayé, eso le hice creer. En ese momento viene el conductor del tren y lo cree. El oficial comienza a correr, tenía miedo que le dijéramos al conductor que era un oficial de alto rango, que me estaba molestando. Yo estaba tan asustada, volvimos al tren, el otro soldado me dio una frazada, una frazada compartida con otro hombre, nuestras piernas juntas allí… tú sabes, Tenía miedo que empezara a buscarme. Ese era el miedo más grande de mi vida. Nunca estuve tan asustada, porque yo sabía lo que estaban haciendo. Y luego, en otro momento en la ruta, estaba esperando a otro tren, y aparecen los rusos y nos dicen que debemos ir con ellos para trabajar para ellos en la cocina. Un soldado viejo, uno de los principales, quería que me convirtiera en soldado. Yo era una chica joven y delgada. Le dije, ”no puedo ser soldado porque no duermo con hombres”. Entonces él me mostró, y dijo ”aquí las chicas duermen por separado” Finalmente le dije que quería ir a mi casa con mi madre. Nos dieron muchos alimentos. Otra vez, tuve que convencerlo durante un buen rato de que no podía ser un soldado. Que debía ir a casa. Finalmente, después de dos semanas, llegué a casa. Ahora, mi primer marido, era 19 años mayor que yo. Cuando llegué, él tenía un almacén. Cuando vino un soldado ruso, yo creía que estaba en Hungría. Me escondí debajo del mostrador, él me dijo, ”aquí no te molestan”. Porque esa gente habla el idioma, hablan en húngaro, te molestan. Era muy salvaje, sin educación. Robaban los relojes. Así que, muy despacio, me acostumbré a que ellos no te molesten. Pero es un milagro… si no fuera por Wallenberg, yo no estaría aquí contando esta historia, ni hubiera podido tener descendencia. Gracias a Dios por eso, ¿no? ¿Hay algo malo en eso? Es un milagro que yo haya podido sobrevivir.

Muchísimas gracias.

Creditos:

Trascripción: Adriana Lee
Traducción: Graciela Forman