agosto 8, 2012

Recordando un centenario

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El 4 de agosto se cumple el centenario del nacimiento de Raoul Wallenberg, el diplomático sueco que salvó las vidas de miles de personas durante la segunda guerra mundial.

Hijo de una de las familias más poderosas de Suecia, Wallenberg, cristiano, nacido en 1912, fue elegido por el War Refugee Board, un comité creado por el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, con la misión de auxiliar al remanente de judíos europeos no asesinados por los nazis y sus aliados.
En una gesta sin precedentes Wallenberg ayudó directa o indirectamente a miles de judíos y otros perseguidos a eludir una muerte segura. Paradójicamente, luego de luchar contra una dictadura cayó en manos de otra de distinto signo político pero igualmente genocida. Su rastro se pierde en el sistema carcelario soviético, luego de ser detenido por el ejército rojo en enero de 1945. Wallenberg es un desaparecido.

La Ciudad de Buenos Aires lo recuerda con una imponente estatua ubicada en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Austria, con un sello postal conmemorativo emitido por el Correo Argentino y con un día dedicado a su memoria, de acuerdo a la ley 2.307, sancionada por la Legislatura porteña.
Los valores que inspiraron a Wallenberg, solidaridad y coraje cívico, son imperecederos, no conocen fronteras físicas o temporales. Su ejemplo es un faro de luz eterna que no debe ser olvidado.

Baruj Tenembaum
Eduardo Eurnekian
(Fundación Internacional Raoul Wallenberg)