abril 21, 2004

Seminario Internacional

Los pasados días 20 y 21 de abril tuvo lugar el Seminario Internacional en honor a Raoul Wallenberg sobre ”la Diplomacia y el Holocausto”, organizado por el Departamento de Derecho Público I de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.

El Profesor José Ignacio García Hamilton, previamente a realizar la presentación de los disertantes, se explayó sobre los principios de la fundación y la figura del homenajeado. Recordó que a este último se le ofreció, por iniciativa de los Estados Unidos de Norteamérica, encabezar una misión para auxiliar a la comunidad judía de Budapest, amenazada por el exterminio. A raíz de ello, se dedicó a buscar refugios seguros y otorgaba documentos de identidad suecos que proveían a sus portadores la protección de la neutralidad. ”Solía vérselo en las estaciones de ferrocarril, recorriendo andenes, llegando hasta las puertas de los vagones atestados de judíos a punto de partir hacia los campos de concentración, procurando rescatar hasta el último”. Logró, directa e indirectamente, salvar la vida de 100.000 personas. A pesar de tan encomiable tarea, el 17 de enero de 1945 las tropas soviéticas, que acababan de liberar Budapest, lo arrestaron y su paradero se desconoce hasta el día de hoy.

Posteriormente tomó la palabra Edgardo Costa que, al introducirse en sus tareas de moderación, consideró que la segunda guerra mundial ha dejado enseñanzas concretas. Entre ellas podemos detenernos en el deber de reaccionar ante el primero de los actos de discriminación a fin de impedir la generación de circunstancias difíciles de reparar, y en la conveniencia de que estas prácticas sean atacadas en el plano cultural a través de la educación. Remarcó la importancia de este tipo de actos académicos en el ámbito universitario y, haciendo alusión al plan de educación patriótica y militarista que se desarrollo a partir de 1888 en la Argentina, entendió que ”la tragedia también puede introducirse a partir de la educación, y no siempre a causa de malas intenciones”.

A su turno, el Embajador de Francia en Argentina Fancis Lott -que también es Oficial de la ”Legión d´Honneur”, Caballero del Mérito Marítimo Francés, Oficial de la Orden Alemana y Comendador de la Orden de la Costa de Marfil- se refirió a cómo Francia abordó el tema del Holocausto admitiendo que existió durante muchos años un gran silencio. En un momento posterior, declaró el embajador, ”los saqueos fueron reconocidos e indemnizados como estragos de guerra, con la cautela de no involucrar al Gobierno de Vichy”. Fue la generación de los nietos de quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial la que comenzó a hacer las indagaciones a partir de las cuales Francia entendió que una parte de su historia estaba en camino a la desaparición. Explicó que frente a estas circunstancias el Poder Ejecutivo Francés afrontó la responsabilidad moral y material por los actos de la Francia colaboracionista. Posteriormente, profundizó en las cuestiones relativas a las circunstancias que vivieron comunidades judías francesas, la actitud adoptada por su país luego de que finalizara la guerra y, finalmente, la política de reconstrucción emprendida por el Gobierno Francés a partir del 16 de julio de 1995 y su dimensión diplomática. Aclaró que con los fondos recuperados -que no han sido objeto de pedidos de restitución por victimas del holocausto- se creó el Grupo de Acción Internacional por la Memoria de la Shoah, de la cual Argentina es miembro desde el año 2002.

El tratamiento de la relación entre ”La Diplomática Argentina y el Holocausto” fue desarrollada por Uki Goñi, autor del libro ”La Auténtica Odessa” que, por primera vez, documentó históricamente la red de complicidades necesaria para el escape de criminales nazis a la Argentina tras la Segunda Guerra Mundial. El disertante fue jefe de noticias nacionales en el diario Buenos Aires Herald durante los años 1976-1983, por lo que primeramente rememoró aquella época, en la que, a diferencia de otras publicaciones periódicas, decidieron publicar lo que estaba sucediendo. Comentó la relación que mantuvo con quienes posteriormente serían las Madres de Plaza de Mayo y la información que obtuvo de ellas. Evocando las palabras del Embajador Francés describió el silencio ensordecedor que se vivió en aquél entonces y declaró que no le causaba sorpresa alguna la gran cantidad de nazis que cobijó el Gobierno Argentino. Seguidamente, hizo referencia a la existencia de una orden secreta, conocida como Circular 11, de cuyo rumor tuvo conocimiento desde joven pero que recién encontró en un momento posterior en los archivos de la Embajada de Argentina en Estocolmo. A través de esta, se ordenaba a la diplomacia argentina que impidiera el ingreso de judíos al país. Sin embargo, según explicó, la gran corrupción que existía en la entrega de visados fue la causa determinante de que dicha directiva no se cumpliera fielmente y que, consecuentemente, la Argentina haya sido uno de los países latinoamericanos que recibió la mayor cantidad de refugiados judíos.

La jornada del miércoles 21 de abril, se inició con la conferencia ”Perspectiva y Resistencia de los Polacos al Holocausto”, a cargo del Embajador de Polonia en Argentina -Slawomir Ratajski-, quien fue condecorado con la Medalla de Oro al Merito por la Defensa del País, y con la Medalla Jan Karski ”Al Justo” otorgada por la Fundación Raoul Wallenberg. Comenzó por observar que siempre que se tratan temas en los que se esconde la historia de una vida humana debe tenerse en cuenta la barbaridad pasada y rescatar a sus héroes. Admitió que, probablemente ante circunstancias de extremo peligro -como ser un holocausto-, ninguno de los presentes podrían anticipar su reacción. Por ello, consideró imprescindible recordar la actuación de algunos representantes de la Nación Polaca en la clandestinidad. Detalló que luego de que una parte de Polonia fuera ocupada por el régimen soviético y otra parte por el nazi, Alemania convirtió a su país en ”un laboratorio para el exterminio del pueblo judío, intentando aniquilar su identidad cultural”. En reacción a ello, en 1939 se constituyó el Gobierno Polaco en la clandestinidad -primeramente en Francia y luego en Inglaterra- y dictó un Código de Moral que impuso la pena de muerte a aquellos que colaboren con el régimen ocupante. Entre las figuras conmemoradas cabe resaltar la actuación de Jan Karski, que se infiltró en el territorio ocupado, recabando la información necesaria para elaborar el primer documento que llegó a manos de las naciones aliadas acerca de los crímenes cometidos y de la situación de los judíos en Polonia. Finalmente, manifestó que si bien es probable que estos héroes nos resulten lejanos o desconocidos, son aquellos quienes alimentan nuestras esperanzas de que el mal puede efectivamente ser vencido por el bien.

”La Conciencia del Diplomático frente al Holocausto” estuvo a cargo de Juan Vicente Sola, Director del Departamento de Derecho Público I y de la Maestría en Derecho y Economía. Inicialmente efectuó algunas recapitulaciones acerca de la figura de Wallenberg, subrayando que fue un diplomático que llevó a cabo su misión con eficiencia y heroísmo. Lamentó que el coraje sea una característica inusual en la carrera diplomática, donde habitualmente se premia al conformismo y se castiga a la acción individual. Elaboró principalmente tres fundamentos: en primer lugar lo que denomino ”riesgo de la probidad”; en segundo término, el deber del diplomático a enviar información que no resulte exagerada y, finalmente, la presión social ejercida por la conciencia de grupo y atmósfera de club propia del ámbito diplomático. Posteriormente conmemoró la figura de quien por aquella época fuera Embajador Argentino en España, que refugió cerca de setecientas familias en su residencia personal, destacando el hecho de que muchas de ellas no eran siquiera simpatizantes del gobierno argentino. Para concluir propuso un cambio en el entrenamiento diplomático que exalte los valores del coraje, la iniciativa y el esfuerzo personal en atención a la necesidad de encontrar la esperanza de que siempre existirá alguien como Raoul Wallenberg que nos haga sentir íntegros frente a tanta indignidad.