abril 3, 2003

En Buenos Aires y New Jersey se recordó a salvador de la humanidad

Organizada por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg y la Embajada de Portugal en Argentina, el jueves 3 de abril de 2003 se llevó a cabo en la Biblioteca Nacional de la Républica Argentina una presentación de tres conferencias sobre el ex diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes, salvador de miles de judíos y otros perseguidos durante la segunda guerra mundial.

Embajador Antonio de Almeida Ribero, Lic. Silvio Maresca y el Dr. Natalio Wengrower, quien distinguió a la Biblioteca Nacional en el homenaje en Buenos Aires (Izq a der)

En la ocasión, y ante una nutrida concurrencia, hablaron Antonio de Almeida Ribeiro, Embajador de Portugal en Argentina; Silvio Maresca, Director de la Biblioteca Nacional y Beatriz Gurevich por la Fundación Wallenberg.

Participaron alrededor de 200 alumnos del nivel secundario de las escuelas ORT, Instituto Fátima de Martinez, Colegio Tarbut de Olivos y el Centro Educativo Nuevo Horizonte.

El Dr. Natalio Wengrower, Vicepresidente de la FIRW cerró el acto recordando las palabras de Sousa Mendes inscriptas en el monumento que lo recuerda en Portugal: ”Prefiero estar con Dios en contra de los hombres, que con los hombres en contra de Dios.”

En nombre de la FIRW, Wengrower entregó a la Biblioteca Nacional una Medalla Conmemorativa de Sousa Mendes especialmente acuñada por la Fundación Wallenberg. La presea, recibida por el Lic. Silvio Maresca, pasará a formar parte del patrimonio de la institución.

Baruj Tenembaum (der.) junto a Paul Abranches, en el homenaje en Newark.

Por otra parte, el mismo día 3 de abril la Fundación Wallenberg, sede Nueva York, organizó junto a la Fundación Portuguesa de Cultura y Educación, un tributo a Sousa Mendes en el Museo de Newark, estado de New Jersey, Estados Unidos, al cumplirse el 49º aniversario de su fallecimiento.

En la oportunidad fueron premiados por su trayectoria al servicio de la solidaridad, Frank Lautenberg, Senador por New Jersey; Sharpe James, Alcalde de Newark; León Suprenant, Editor en jefe de la revista ”Lay Witness” y el medio periodístico ”The Luso-Americano”. Hicieron entrega de las distinciones, por la FIRW, el señor Joao Crisostomo y su fundador, Baruj Tenembaum, quien hizo referencia en su discurso al líder pacifista Martin Luter King al cumplirse 35 años de su asesinato.

La FIRW es una ONG dedicada a educar en los valores de solidaridad y coraje llevados a la práctica por miles de salvadores adurante el Holocausto. Cuenta con el apoyo de más de cincuenta Jefes de Estado, prestigiosos intelectuales y personalidades distinguidas con el Premio Nobel en diferentes categorías.

Baruj Tenembaum (der.) junto a Paul Abranches, (Izq a der) Embajador Antonio de Almeida Ribero, Lic. Silvio Maresca y el Dr. Natalio Wengrower, quien distinguió a la Biblioteca Nacional en el homenaje en Buenos Aires..

hijo de Aristides de Sousa Mendes, en el homenaje en Newark.

¿Quién fue Aristides de Sousa Mendes?

Arístides de Sousa Mendes (1885-1954) era el Cónsul General de Portugal en Bordeaux, Francia, en la primavera de 1940 cuando la ‘blitzkrieg’ (guerra relámpago) nazi desbordó las defensas francesas en Sedán el 14 de mayo.

Una multitud de refugiados de diversas nacionalidades, entre ellos miles de judíos, llegó a la ciudad francesa con la esperanza de obtener una visa de tránsito hacia Portugal desde cuyos puertos se podía viajar a América.

A pesar de las directivas del gobierno del dictador portugués Premier Antonio de Oliveira Salazar que prohibían a sus diplomáticos extender visas ‘a judíos expulsados de sus países de origen’, Sousa Mendes emitió miles de permisos de tránsito no sólo en Bordeaux sino también en Bayona y en las calles de Hendaya, en la frontera con España. Gracias a su gestión alrededor de treinta mil refugiados recibieron ayuda, entre ellos diez mil judíos que evitaron la muerte en los campos de exterminio. ‘Entregaré una visa a toda persona que la necesite, pueda o no pueda pagarla. Actuaré como mi conciencia de cristiano me lo indica’, solía decir.

Por desobedecer al dictador fue expulsado sin beneficios del servicio exterior portugués y la mención de su nombre fue prohibida por décadas en Portugal. Vivió el resto de sus días como un marginado, perdió su casa y murió en la más absoluta pobreza el 3 de abril de 1954. Recién en 1987 el Presidente Mario Soares le otorgó a Sousa Mendes la Orden de la Libertad y públicamente pidió perdón a sus familiares por las injusticias cometidas.

Palabras del Embajador Antonio de Almeida Ribeiro

Quiero, en primer lugar, agradecer a la Fundación Raoul Wallenberg la iniciativa que tomó para conmemorar conjuntamente con la Embajada de Portugal en Buenos Aires el 49º Aniversario de la muerte del diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes.

Agradezco igualmente a la prestigiosa Biblioteca Nacional y a su Director la cedencia de este excelente espacio, asociándose también de esa forma a esta iniciativa tan significativa y tan relevante.

Finalmente quiero agradecer vuestra presencia en esta sesión. Espero sinceramente que el nombre de Aristides de Sousa Mendes pase a representar para los que nunca antes tuvieron conocimiento de su obra, un modelo de dignidad y de rectitud moral, constituyendo uno de los ejemplos más marcantes del gran coraje de un ciudadano ejemplar, de un ciudadano de mundo.

Muchas veces en nuestras vidas somos confrontados con dilemas y con opciones muy difíciles de tomar.

Posiblemente, en la mayor parte de las veces optamos por las soluciones más fáciles y más cómodas, preocupándonos egoístamente sobre todo con nosotros, con nuestro bienestar y nuestra tranquilidad.

Aristides de Sousa Mendes hizo exactamente lo contrario, poniendo en riesgo su carrera, hasta su vida, poniendo inclusivamente en riesgo el sustento de toda su numerosa familia. El futuro de todos ellos acabó por cambiar radicalmente. Hasta hoy.

Estamos en 1940, en plena 2ª guerra Mundial. Alemania ya había invadido Polonia y Austria, miles de judíos, sintiéndose perseguidos por los invasores nazis, se trasladaron para Francia, procurando refugio y salvación.

Aristides Sousa Mendes se encuentra en Bordeux hace ya dos años. Tiene 55 años, ejerce funciones de Cônsul de Portugal en aquella ciudad del sur de Francia, etapa de una carrera con varios destinos en puestos prestigiosos y confortables, como EE.UU. y Brasil.

Es casado y tiene 14 hijos, la mayor parte son menores.

En Portugal está en vigor desde 1933 el llamado ”Estado Novo”, régimen autoritario del partido único de derecha, cuyo jefe es el Presidente Oliveira Salazar.

A pesar de Portugal no haber entrado en la Guerra y de declarar su neutralidad, son visibles en algunos aspectos las simpatías de Salazar por los regímenes nazi/fascistas de Europa, aliadas a su aversión por la libertad y por la democracia. La censura y la policía política imponían serias limitaciones a la libertad de expresión y de pensamiento de los portugueses, siendo muchos de los opositores privados de la libertad.

Las inmensas colonias en Africa eran gobernadas desde Lisboa con mano de hierro por la dictadura portuguesa: Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Bissau y S. Tomé y Príncipe, hoy felizmente todos países independientes y soberanos. A estas se agregó recientemente Timor del Este, después de más de dos décadas de resistencia de su pueblo por la ocupación de Indonesia ocurrida en 1974.

Salazar, no solamente por sus simpatías políticas, sinotambién por el miedo de recibir en el país a miles de ciudadanos con ideas que él consideraba progresistas y liberales, envió instrucciones para todas las Embajadas y Consulados portugueses en el sentido de no ser concedidas visas para refugiados de guerra.

A Bordeux llegan cada vez más ciudadanos, muchos de los cuales judíos, y Sousa Mendes percibe claramente la dimensión de la tragedia que se aproxima.

Como contaría más tarde uno de sus hijos, el Cónsul reunió un día a la familia y les dijo: ”Todo está en mis manos, todos son seres humanos y su situación social, religión o color de cabello no pueden ser tenidas en consideración. Como cristiano, creo que no los puedo abandonar a una muerte segura”.

Un encuentro casual con un rabino polaco ante la sinagoga de la ciudad habrá tenido, tal vez, un especial efecto sobre la actitud de nuestro Cónsul. Chaim Kröger, así se llamaba el rabino, estaba con la familia viviendo en la calle, y contó a Sousa Mendes lo que Hitler estaba preparando para los judíos de Europa.

Después de enfermarse por algún tiempo con una depresión, la decisión ya había sido tomada, a pesar de que la Cancilleria portuguesa le había avisado que cualquier alteración a las instrucciones emanadas sería considerada acto de desobediencia e implicaría la instauración de un proceso disciplinar.

Sousa Mendes emite entonces más de 30 mil visas para entrada en Portugal, en una actitud de enorme coraje, recusando y desafiando conscientemente el cumplimiento de las instrucciones que recibió.

El Presidente Salazar no pierde tiempo y envía a dos funcionarios para traer a Sousa Mendes para Portugal. En el trayecto, concede algunas centenas de visas más en el Viceconsulado en Bayonne y en Hendaye, donde grupos de refugiados intentaron sin éxito entrar en España, después del dictador español General Franco haber cerrado también las fronteras. Conseguirán entrar a través de un pequeño puesto fronterizo secundario, donde el guardia español no pudo impedir el paso de la multitud.

Después de llegar a Lisboa, el Cónsul es castigado con un año de inactividad y finalmente obligado a jubilarse. En el proceso de acusación, le es apuntado el crimen de haber deshonrado a Portugal ante las autoridades españolas y las fuerzas alemanas de ocupación. Sousa Mendes, simplemente y con humildad contestó: ”Mi único objetivo fue salvar personas cuyo sufrimento era indescriptible”.

Abandonado por sus amigos, sin dinero para sustentar la numerosa familia, el antiguo Cónsul en Bordeux vivió los últimos años de su vida con innúmeras dificultades, hasta morir en 1954.

Durante más de veinte años, su memoria se mantuvo en silencio por la dictadura portuguesa.

Pero, a pesar de eso, hubo muchas personas que nunca olvidaron aquel gran héroe. Después de la revolución democrática que tuvo lugar en Portugal en el año 1974 – La Revolución de los claveles del 25 de Abril – fue finalmente posible ser rendido un justo homenaje a ese ciudadano ejemplar que fue Sousa Mendes.

Hoy, la fundación que sus familiares crearon desenvuelve en Portugal y en el mundo una importante acción de divulgación, y además me es sumamente grato transmitir, en su nombre, los más sinceros agradecimientos a la Fundación Wallenberg por la iniciativa que hoy nos trajo aqui.

Como diplomático portugués no puedo dejar de sentir un inmenso orgullo por pertenecer a la misma Cancilleria que tuvo el honor de contar con un funcionario con aquella envergadura moral y cívica.

Espero que su ejemplo sirva para muchas generaciones, especialmente para los jóvenes, que serán los hombres de mañana.

En el momento difícil que nuestro mundo atraviesa, prestar homenaje a Sousa Mendes es homenajear el respeto por la vida y por la dignidad humana sobre todas las cosas.

El Portugal democrático de hoy se enorgullece de luchar en los más variados foros internacionales siempre por la supremacía de los derechos humanos, independientemente del color de piel, de la religión o de las ideas de cada uno.

Como decía un alto dirigente político portugués: ”Hombres así, redimen la naturaleza humana de los mostruos que de vez en cuando produce. Homenajearlos es estar atento al riesgo de su repetición”.

Muchas gracias.

Carta agradecimiento del Senador Frank Lautenberg

Queridos Amigos,

Lamento profundamente no poder estar ésta noche junto a ustedes. Hubiera sido un privilegio reunirme con mis amigos en Newark para recibir lo que para mí es un premio muy especial. He aceptado recibir este año la Medalla Conmemorativa de Sousa Mendes y agradezco por esta distinción a la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Estoy gustoso de unirme así a un ilustre grupo de galardonados previamente con ésta distinción; un conjunto de personalidades que incluye a los ex Presidentes de Portugal, Dr. Jorge Sampaio y Dr. Mario Soares. Asimismo, quiero felicitar a quienes comparten hoy conmigo este privilegio; mis amigos el Alcalde Sharpe James y el señor Leon J. Suprenant. También quisiera felicitar al periódico ”The Luso- Americano”, por sus 75 años al servicio de la comunidad Portuguesa-Americana.

Una de las razones por las cuales debo permanecer en Washington esta noche es porque el Senado se encuentra abocado a la resolución de temas urgentes relacionados a los numerosos desafíos que hoy enfrenta nuestra Nación. La guerra en Irak, la difícil situación económica y el temor de los ciudadanos estadounidenses por la seguridad doméstica, son tópicos que hacen de los Estados Unidos un país muy diferente a aquel que era cuando dejé el Senado en el año 2000. Esta noche saludo a los jóvenes, hombres y mujeres, de nuestras fuerzas armadas, tanto de New Jersey como del resto del país. A todos ellos les deseo un regreso rápido y seguro.

Las relaciones de los Estados Unidos con sus aliados y amigos tradicionales alrededor del mundo se han tornado progresivamente complejas. En el Medio Oriente afrontamos una transición caracterizada por sentimientos encontrados hacia los Estados Unidos. En Europa, también nos encontramos con desacuerdos amistosos en torno a las dimensiones de las amenazas internacionales. Es precisamente en tiempos de cambios en el órden internacional cuando el legado del Dr Aristides de Sousa Mendes cobra importancia. Como diplomático portugués en Bordeaux entre 1938 y 1940, desafió las órdenes de su propio gobierno y entregó visas de salida a refugiados europeos que escapaban del invasor nazi. Muchas de esas visas -al menos 10.000 de un total de 30.000- salvaron a judíos de una muerte segura.

Es también importante recordar que Sousa Mendes fue castigado por sus actos de coraje; despedido del servicio diplomático e impedido de ejercer como abogado. Finalmente murió en la pobreza. En un mundo tan complejo como el de hoy, cuando por momentos resulta difícil decidir cuál debe ser el curso de acción, vemos los ejemplos de gente como Sousa Mendes como faros que nos señalan aquello que es bueno y verdadero para la humanidad.

El espíritu de convivencia y paz que Sousa Mendes personificó nos provee de un ejemplo útil para las urgencias de hoy. En 1988, cuando auspicié en el Senado una resolución para honrar la memoria de Sousa Mendes, tuve la esperanza de que mis colegas Senadores y el pueblo de los Estados Unidos rindieran tributo a su memoria en tiempos de paz. Hoy, cuando nuestra nación se encuentra involucrada en un confrontación internacional, es aún más importante recordar el coraje de Sousa Mendes, así como su creencia en la singularidad de cada vida humana.

Gracias nuevamente por este gran honor.

Cordialmente,